La picota pública

  • Ernesto Reyes
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Junto al nuevo entramado legal y la construcción de mega obras que llevan el distintivo de la 4T van cayendo, como palomitas de San Juan, peces gordos y medianos en poder de la justicia, como Emilio Lozoya, César Duarte, Genaro García Luna, así como los empresarios, Guillermo Álvarez y Alonso Ancira, quienes hasta hace poco eran intocables, aunque hubieran participado en fraudes y actos de corrupción.

Ahora, jueces estadounidenses encausan a dos colaboradores del policía calderonista, con lo que se prueba la protección que ese régimen brindaba a poderoso cartel mexicano.

La opinión pública es testigo del auto judicial en contra del ex director de Petróleos Mexicanos, quien al cabo de cinco meses deberá demostrar que son ciertos sus dichos de que era solo un instrumento de sus mandos superiores. De lo contrario, su calidad de testigo colaborador, que hoy le beneficia en no pisar la cárcel (aunque debe portar un brazalete electrónico y firmar cada quince días), puede cambiar a otra condición, debido a la gran cantidad de dinero que pasó por sus manos.

La figura de testigo colaborador otorga beneficios penales a un acusado o sentenciado a cambio de que delate a sus cómplices. El objetivo, dicen expertos, es lanzar la red de justicia criminal más hondo, aunque ello suponga una condena menos severa para el colaborador.

Lozoya es el prototipo del juniorcique ambicioso, que accede a los cargos para robar o a hacer negocios con dinero público, pasando ante la sociedad como gente honorable.

Hijo de funcionario salinista, orgullo de la generación joven que tanto presumió Peña Nieto, Lozoya no ha tenido empacho ahora en incriminar a sus jefes, con tal de salvar su pellejo y el de sus familiares.

Las facilidades del nuevo sistema de justicia que le permite al inculpado seguir su proceso en libertad - por los casos Agronitrogenados y Odebrecht- ha bajado el ánimo del respetable que lo quería ver tras las rejas y purgando larga condena.

Por otro lado, aunque el delito ya prescribió, en este juicio se está desvelando que la campaña de Enrique Peña Nieto se nutrió de millonarias sumas de dinero que rebasaron cualquier tope que contemplaba la ley electoral en el año 2012.

La conclusión que arroja, aunque ya no se pueda encontrar castigo, es que además de Felipe Calderón, quien llegó manchado por el fraude, también el mexiquense se impuso a la mala para humillar, en dicho proceso, a Andrés Manuel López Obrador.

A quienes apuestan por frenar este proceso histórico, porque choca con sus intereses o aspiraciones, este recordatorio les incomoda. Les da urticaria y buscan a toda costa desviar la atención con ridículas rodadas de autos lujosos o expresiones lastimeras llamando a una rebelión armada.

El juicio contra Lozoya, así como la exhibición de los lujos faraónicos del costosísimo avión presidencial, les arde en el rostro a quienes quisieran que el tsunami pasara tan rápido, de modo que el estercolero no los salpique. 

La clave en el curso de este caso, sigue siendo en qué momento aparece con algún señalamiento concreto el nombre del expresidente Peña o, bien, de uno o más de sus secretarios y colaboradores que confabulados con legisladores y dirigentes panistas, se beneficiaron de la compra de voluntades legislativas para aprobar la tristemente célebre reforma energética.

Los juicios dan la razón a López Obrador, quien en cada elección a que concurría, para que finalmente se la robaran, aseguraba que la crisis de México se precipitó cuando un grupo de potentados, con la bandera de pillaje neoliberal, se apoderó de las instituciones públicas, los bienes y las riquezas del país. “Esta minoría rapaz- subrayaba- es la principal responsable de la tragedia nacional: la pobreza y el desempleo, la inseguridad y la violencia, la falta de democracia y la violación cotidiana de los derechos de los mexicanos”.

Exponer a todos estos personajes en la picota, es decir a la vergüenza pública como parte de los castigos por los delitos cometidos, sin descuidar el debido proceso judicial, provocará que, más temprano que tarde, la gente, particularmente quienes no votaron o no creen en Andrés Manuel, acepten que va en serio la cruzada nacional en contra de la corrupción y la impunidad, fuente de muchos de nuestros males.

@ernestoreyes14