Corrupción generalizada del poder
- Jorge E. Franco Jiménez
El próximo proceso electoral ha complicado la problemática que vivimos en Oaxaca tornándola irresoluble, al aprovecharse para alimentar la irritación ciudadana, a través de los actos de corrupción, ciertos o no de los actores políticos, tanto de funcionarios como de aquellos que, sin serlo, se han convertido de promotores financieros, o encargados del sudado de los dineros públicos que, como se advierte de todos los hechos publicados bien conocidos, son parte del sistema federal mexicano, pues se distribuyen desde la esfera federal, la de los Estados y municipios, favoreciendo el incremento de los instrumentos financieros para ese efecto.
Me llamó la atención un artículo de Jorge Fernández Menéndez, publicado en el periódico Excélsior, en el que afirma que la corrupción no ha alterado las estadísticas de las preferencias electorales en lo que se refiere a los partidos políticos
En Oaxaca propiamente no existen representaciones partidistas definidas, pues se encuentran pulverizados los liderazgos que los distinguían como genuinos intermediarios de la relación ciudadano gobierno, materializada en la satisfacción de las necesidades sociales por parte del o de los representantes electos para esa tarea, es decir para gobernar para el pueblo y por el pueblo, como depositario de la voluntad nacional representativa de la democracia republicana.
Los actos de los candidatos por las tendencias políticas en cada proceso, se ajustan en las campañas a los principios traducidos en programas y propuestas, garantizados en documentos notariales que, sin embargo, al obtener el poder una vez concluida la elección, se quedan en el plano de la promesa incumplida o matizada por la incesante propaganda mediática que se encarga de ello, convirtiéndose en pactos de cúpulas partidistas que benefician a esos sectores, pero que no trascienden en lo social, al menos de manera tangible, como hoy lo comprueba la realidad del país.
Esa permanente y gradual degradación institucional trasciende a los Estados, dependientes, en una mayor proporción del erario federal, es decir, de lo que se les otorga cada año, para satisfacer necesidades colectivas sociales que, en su ejercicio, destinan o aplican a otros conceptos no etiquetados, para cubrir con ello su déficit, como lo es la educación y la corrupción del aparato burocrático que lo maneja en Oaxaca, éste se paga por el gobierno del estado, obteniendo créditos y anticipos presupuestales, lo que ocasiona el incremento de la deuda pública que empobrece a la población y limita el crecimiento económico.
Es lamentable comprobar que este esquema decadente de las instituciones en el Estado, se recrudece cada sexenio sin remedio, basta recordar el contenido del discurso del gobernador Gabino Cué del uno de diciembre del dos mi diez, vinculado a la confianza que el elector le entrego en las urnas, y contrastarlos con los resultados de su ejercicio de gobierno; no hay avances en lo que prometió como una etapa democrática efectiva en la toma de decisiones, el respeto a los derechos fundamentales, la recuperación de la paz y seguridad públicas, proceso de desarrollo, bienestar, eliminación de la impunidad y la corrupción.
La imposibilidad de hacerlo por razones que son ajenas a la protesta de cumplir y hacer cumplir el orden jurídico, con las frases que se traducen en "el no se puede porque son muchos más los desestabilizadores que los que guardan el orden", no justifica el incumplimiento de la obligación constitucional de velar por los derechos del pueblo de Oaxaca, con acciones que doten de la capacidad necesaria a las instituciones de seguridad, educativas, salud, manejo honesto de los fondos públicos que muestren voluntad para erradicar la creciente corrupción e impunidad. Nada se ha hecho en ese sentido.
Lo grave es que al emerger esos actos de corrupción galopante en todos los niveles y poderes, se convierte en un campo de complicidad que distrae al pueblo con la publicación de otros actos dela misma naturaleza, como sucede con los millones del Senado de la República, de la cruzada contra el hambre, la del responsable de las finanzas del gobierno Luis Videgaray, en el orden federal; con lo que se dio a conocer respecto a la Cámara de Diputados de Oaxaca, la situación del gobernador con licencia de Guerrero Ángel Aguirre. Hechos que enfocaron la crítica en principio para el Gobierno del Presidente Peña, pero que sumados cubren lo que pasa en Oaxaca.
No obstante, las encuestas anticipadas en lo político, siguen siendo hábilmente manejadas, pues nos presentan resultados bajos, pero que mantienen la tendencia escalonada propia de la época del fiel de la balanza; el Partido Revolucionario Institucional, de Acción Nacional y de la Revolución Democrática, siguen conservando sus proporciones para la próxima elección de representantes populares federales, sin embargo, en cuanto a la de gobernadores, es posible que no se reflejen en ese sentido, en estados como Oaxaca.
El asunto de los candidatos a Gobernar este Estado y la previa de Diputados Federales, se encuentra en un contexto indefinido para los principales partidos, pues están sujetos a dos experiencias recientes que han sido y siguen siendo cuestionadas, del Revolucionario Institucional marcada por los dos últimos sexenios en que mantuvo la titularidad del poder ejecutivo, y el de la coalición que representa el Gobernador Gabino Cué, que obtuvo con el apoyo de diversas fuerzas políticas, todas sujetas al compromiso contraído con la CNTE Oaxaca, representada por la sección XXII del Sindicato Magisterial, generado desde el dos mil seis.
Influyen en este ámbito, los resultados electorales de diversos procesos anteriores, en los que el Revolucionario Institucional, ha perdido en Oaxaca, como ocurrió en la de Presidente de la República, y la de Diputados Federales y Senadores de la República y de gobernador. El panorama político, social y económico en el Estado impiden un pronóstico claro, dado que en cuanto a las diputaciones, es posible que el Partido Revolucionario Institucional obtenga más que el de Acción Nacional y del de la Revolución Democrática, pero esa proporción se verá afectada por las que obtengan otros partidos chicos, pero representativos, como el de Morena y las alianzas formales o fácticas que celebre, si se toma en cuenta que López Obrador sigue siendo un factor de relevancia electoral en el Estado que cuenta con una estructura eficiente.
Así que, todo dependerá de los candidatos que se propongan para diputados y para Gobernador, en un proceso en el que las figuras gastadas que han sido imagen de fracasos en los resultados de las votaciones anteriores, estén destinados a perder nuevamente, sobre todo las que proponga el Revolucionario Institucional, inmerso en Oaxaca en la pasividad y opacidad agravada por la pérdida de popularidad real del Gobierno del Presidente Peña Nieto.
Resalta que en estos dos procesos, el factor determinante de lo que queremos en Oaxaca, permanencia o posibilidad efectiva de mejores opciones de desarrollo en los aspectos prioritarios que hoy están contaminados, lo es el voto reflexionado con seriedad, sin ataduras sectarias, con plena conciencia de lo que queremos para las futuras generaciones de los Oaxaqueños; lo contrario es la continuación de la paciencia que ha generado el abuso y el desorden que, como señalan los comentaristas, han legalizado el secuestro, la presión y el chantaje como forma de impartir justicia y gobernar.