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Migrantes centroamericanos en Tijuana piensan volver a casa
Migrantes centroamericanos varados en Tijuana, Baja California, que esperan respuesta del gobierno de Estados Unidos a su petición de asilo, consideran ya la posibilidad de volver a sus países de origen.
Lamentan las condiciones en las que pasan sus días, hacinados en albergues. Sin dinero ni permisos de trabajo y con la preocupación de que el proceso se extienda por meses. Su ánimo empieza a decaer.
Defensores de Derechos Humanos lamentan que el gobierno de Estados Unidos apueste por la dilación del trámite para no recibir a más migrantes que huyen de la violencia.
“Es demasiado, bastante tiempo, pues. Y no quiero quedarme aquí desperdiciando mi tiempo, mejor me voy a regresar a mi país”, señaló una migrante salvadoreña.
De igual forma, una migrante de Guatemala dijo: “Hace tres meses que salí de mi casa, y esperar más tiempo”.
Para José María García, director del “Movimiento Juventud 2000”, esto es “un mensaje para la comunidad de que desista de querer entrar”.
Ellas llegaron a Tijuana con el único objetivo de cruzar con sus hijos a Estados Unidos. Su plan siempre fue entregarse a la Patrulla Fronteriza y pedir asilo por razones humanitarias.
Pero no sabían que las regresarían a México a esperar la respuesta, mucho menos que el trámite tardaría meses.
“Sólo me metieron a una patrulla y cuando ya vine a ver, ya estaba de este lado”, agregó la migrante de Guatemala.
“Nos llamaron el 3 de abril, salimos con mi familia y nos subieron a un patrol. Cuando vimos estábamos en manos de ICE, y del ICE nos entregaron a migración de México. El juicio final ya me lo dejaron en noviembre”, añadió.
Por su parte, la migrante salvadoreña narró: “Me agarraron en San Diego. Estuve como 4 días. Me tuvieron ahí, me dieron cita. Me dijeron que tenía mi primera cita en dos meses, que la voy a tener el 15 de agosto. Ya tengo un mes de estar acá”.
Viven con sus hijos menores de cinco años. Ellos y la incertidumbre del trámite las han hecho pensar en regresar a sus casas.
Llevan meses en este albergue que ha estado lleno desde enero.
Viven en casas de campaña. No les falta comida ni atención, pero el espacio es muy reducido.
No salen a la calle porque saben de los problemas de inseguridad en Tijuana.
Dicen que ya no vale la pena sufrir, después de todo lo que pasaron durante el viaje por México y la detención en Estados Unidos.
“A veces me traían en camiones cerrados, los que se llaman furgones, e hice ocho días para llegar aquí”, señaló la migrante de Guatemala.
“Sólo nos daban burritos y un refresco para todo el día. Abrían la puerta de un solo y se lo tiraban a uno como si uno fuera animal”, dijo la migrante salvadoreña.
Los albergues están llenos y aunque algunas personas decidan volver a sus países, los encargados temen no darse abasto por la cantidad de migrantes que Estados Unidos regresa todos los días.
No quieren negar el servicio, pero, dicen, comienzan a estar rebasados.
“En el albergue podríamos recibir otras 30 personas, máximo, pero no podríamos tener más de 150 personas”, admitió José María García, director de “Movimiento Juventud 2000”.