La dirigencia nacional del PRI. La encrucijada de la cuarta transformación.

  • Jorge E. Franco Jiménez

Formalmente se ha iniciado el proceso de renovación de la dirigencia nacional del Partido Revolucionario Institucional, inmerso en una disputa interna que se aprecia compleja por la diversidad corrientes que se disputan la de un instituto Político Nacional que aún mantiene una debilitada estructura en el pais, sobre la cual se enfoca la atención del Ejecutivo Federal, como lo están denunciado distinguidos militantes del tricolor, como el Doctor José Narró que, en la renuncia pública que hizo, exteriorizó su discrepancia con el procedimiento de elección en puerta por la manipulación que asegura, tiende a entregarle, al ejecutivo federal, el partido, como ocurría en el pasado. 

En este cuestionado proceso ha estado en activo el ex gobernador Ulises Ruiz que ha peregrinado en el territorio nacional impulsando un movimiento que sustenta en la necesidad de recobrar la confianza de una militancia mermada por la división y emigración de muchos de ellos a otras corrientes políticas como Morena que ha hecho suyas las antiguas pero efectivas prácticas del Partido Revolucionario Institucional, al transitar de ser partido de oposición a partido-gobierno cuya vida gira entorno al Presidente de la República como jefe del movimiento que ahora monopoliza el poder.

Ulises Ruiz lamento la renuncia del Doctor José Narro, al que calificó de hombre valiente y de principios responsabilizando de ella a Alejandro Moreno, quien   como pretendiente a la dirigencia del Instituto político, ha provocado una fractura al interior con las trampas y la cargada que para imponerlo en la dirigencia pretende Peña Nieto y los gobernadores. Manlio Fabio Beltrones e Ivonne Ortega, se unieron al reclamo, el primero señaló que no votará el 11 de agosto por irregularidades en el padrón de militantes; la segunda lamenta la separación del Dr. José Narró, pero continúa en la contienda por la dirigencia del partido para impedir la imposición que pretende llevar acabo la cúpula priísta apoyada, asegura por el expresidente Peña Nieto. 

La confrontación de esas tendencias estimula que actores interesados estén buscando puentes que racionalicen la controversia entre las facciones que prevalecen en ese partido para posibilitar una solución negociada entre la actual dirigencia que representa al expresidente peña, con las corrientes que buscan su relevo mediante el voto de la militancia sujeta a un padrón poco confiable; se difundió que para ello el exgobernador de Chiapas Manuel Velasco se entrevistó con el senador Osorio Chong coordinador del grupo parlamentario del PRI  como aliado de la actual dirigencia, y se puso sobre la mesa un posible pacto que distribuya cargos partidistas y cargos populares para el 2020.

La cuarta transformación incluye que el presidente de la República continue como fiel de la balanza bajo un esquema modificado. En la época reciente del PRI, el Gobierno se ejerció bajo la figura del pacto político que incluyó a las principales fuerzas que predominaban para posibilitar que el expresidente Peña lograra culminar reformas denominadas estructurales, mismas que alcanzadas, disgregaron la integración del pacto e indujeron a partir de ello la consolidación de Morena y el triunfo del presidente López Obrador.    

El Gobierno de la cuarta transformación no requiere formalmente de un pacto político para llevar a cabo su proyecto, la centralización del poder derivada del proceso de elección pasado lo hace innecesario pues lo ejerce de manera objetiva sin mayores obstáculos, requiere de alianzas para consolidar su presencia a largo plazo,  ya cuenta para ello con el Partido Verde Ecologista y ahora su brazo pretende alcanzar al PRI a través de su  dirigencia con el apoyo palpable que se asegura está brindando al Gobernador con licencia Alejandro Moreno Cárdenas. 

En esta trama se desenvuelve también la integración de la dirigencia del partido en Oaxaca, sumergido en el remolino de la confrontación entre exgobernadores que provocó su desintegración y quiebra profunda reflejando los efectos que, a nivel nacional tuvo la derrota que sufrió en el pasado proceso electoral. Ahora surgen diversos nominados por los que buscan apropiarse de la ruta que deba seguir en el futuro este partido de Oaxaca, bajo el diseño de la cuarta transformación, como lo demuestra el hecho de que el gobernador Alejandro Murat apoye la postulación de su homologo Alejandro Moreno Cárdenas.

En este sentido se percibe en la militancia local que esta en juego, en estos movimientos de manera oportuna, la distribución del poder en Oaxaca para el futuro, preparándose la estructura para mantenerlo bajo la visión de la cuarta transformación, ante el evento de que el PRI pueda perder la titularidad del poder ejecutivo del Estado en el próximo periodo de Gobierno, para operar a través de otro partido aliado, flexible y a modo de los actores preponderantes en el Estado pactado con la dirigencia nacional del PRI que, salvo tropiezo, alcanzará Alejandro Moreno, que consienta el enroque de un candidato amigo a gobernador de Oaxaca. 

Esta viable estrategia dependerá del resultado que tenga la elección de la dirigencia nacional del Revolucionario Institucional, que vincula a Oaxaca ostensiblemente con la intervención y presencia de José Murat  y Ulises Ruiz Ortiz  como exgobernadores, conocedores de la maraña en que se desenvuelve el Partido en todos sus niveles, de la estructura y funcionamiento, tanto del gobierno federal como el local, concatenada con la experiencia que en ambos casos es propia del actual presidente López Obrador, como exmilitante de PRI, del PRD que ha recurrido al uso de las herramientas de esos partidos para combinarlas en Morena y alcanzar la meta que se fijo y mantuvo durante dos contiendas presidenciales anteriores a su triunfo.

 El futuro del PRI como Instituto Político dependerá de la habilidad que muestre en el manejo de este pacto no escrito con el gobierno federal en turno; en Oaxaca no se esperan sorpresas en la conformación de la dirigencia local ya que el fiel de la balanza lo controla y sujeta en lo que queda de él; no será un factor real de influencia electoral por si mismo, sino que su futuro dependerá de la cuarta transformación que ya lo alcanzó en la parte medular .
 
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