Zabludovsky, ejemplo de trascendencia

  • Luis Ignacio Lujano Rivera
Columna: Termómetro Político

El día de hoy que partió hacia las estrellas Don Jacobo Zabludovsky, es la ocasión especial y más que importante, para homenajearle con unas líneas y reactivar mi columna, que en función del torbellino de actividades, había dejado en receso.

Don Jacobo es el mayor ícono del periodismo y la cultura internacional, un ejemplo que ha arrastrado a cientos a buscar la verdad, decir la verdad y defender la verdad.

Cuando alguien importante muere, todos dicen que era de su  familia, que lo conocieron, que le ayudaron, que lo contrataron, que le salvaron la vida, que fueron sus colaboradores y que contaban con su amistad.

Hoy que deseo hacerle un homenaje sencillo y a mi modo con estas líneas, he de decir, que nada del párrafo anterior me tocó, que no lo conocí en persona, pero sí me invitó a probar la tinta del periodismo al escucharlo y verlo en televisión; y todo aquél que se precie de tener una gota de sangre de comunicador, le debe la nota, la enseñanza y el ejemplo de trascendencia.

Desde que fue anunciada su muerte, han relatado todo el día, inacabables currículums, narraciones, reconocimientos y personajes a los que entrevistó; por lo que esta breve columna, sería injusta en relatar mínimamente su vida y su trascendente actividad profesional. ¿Cómo resumir una vida proactiva que visitó todo el mundo y tuvo la certeza de conocer a todos los personajes del siglo pasado y del presente?...

¿Cómo describir, que estuvo pie tierra en los grandes acontecimientos internacionales, que hoy son historia y aún más, cómo describir la forma, en la que él hizo la historia?

Es mejor remitirse a sus memorias y por lo menos a los últimos 87 años anteriores para saber un poco de lo mucho que logró.

De lo que no encontrarán en esos espacios, sí se los diré: Corría el año de 1980, cuando su Servidor, de joven, una tarde me detuve en un puesto de periódicos y revisé las primeras planas de los diarios de la época y en uno de ellos se resaltaba el nombre de este magnate de las letras, Don Jacobo Zabludovsky y dije para mis adentros: ¿Cómo me gustaría servir de esa forma en el periodismo?... Compré el periódico local que vi de mayor circulación y al llegar a casa, busqué el directorio de edición y me propuse un objetivo inmediato: Enrolarme en los medios de comunicación, deseaba llevar a todas partes las noticias y ver mi nombre firmando los reportajes.

Durante la noche confirmé mi propósito al ver las noticias con Jacobo Zabludovsky; al día siguiente en la tarde me apersoné a la Editorial Lithomex, donde solicité ver a Don Jorge Hernández Ochoa, Director General del Periódico RUMBO; y evidentemente el policía de la entrada me dijo, él no lo puede recibir, necesita solicitar cita por teléfono y agregó, además mire él ya se va ahí viene…

Cuando Don Jorge Hernández Ochoa pasó por la caseta de policía, le dijo al oficial, nos vemos mañana y fue cuando aproveché a decirle: Don Jorge lo vine a buscar y él me contestó: En que te puedo servir, qué deseas. Le contesté con mucha seguridad: Vengo a verlo porque quiero ser reportero, a lo que él contestó con una sonora carcajada y me dijo: No sabes lo que pides, súbete al carro y vamos platicando.

Me citó al día siguiente y me presentó en primer orden con el Director de los Periódicos RUMBO y NOTICIERO, Don Hugo Villicaña Estrada. Don Jorge le instruyó que a partir de ese día me incorporara como reportero; Don Hugo tuvo a bien darme una lección de periodismo, de práctica y de experiencia; pasada la lectura de cartilla, me presentó a otro Hugo, a Don Hugo Miranda, jefe de reporteros y el comunicador estrella de ambos medios, quien me recibió con la expresión: “Jefe, para que manda un aprendiz, vengo a trabajar no a enseñar…” A pesar de ello, me adoptó enseguida y me llevó a todas sus entrevistas, dándome lecciones de periodismo en vivo, en su coche en cada camino a una nueva entrevista; de hecho me preguntaba, que piensas de tal o cual tema… en el mismo trayecto, le contestaba y me respondía: “Tienes razón, así es, pero vente, vamos a que nos lo diga este tarugo…” Y al día siguiente, en la primera plana, aparecía lo mismo que yo le había contestado en el tema de moda, pero con el nombre del entrevistado…

Grandes enseñanzas recibí de esos maravillosos maestros, que más tarde me sirvieron para que desde 1980 y hasta la fecha, e incluso hasta la última foto que me saqué en junio de 2015 con Don Teodoro Rentería Arróyave; Presidente Fundador y Secretario de Desarrollo Social de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos; Rocío Buaún Sánchez, Presidenta de la Asociación Nacional de Locutores; y Raúl Gómez Espinoza, Presidente del Club Primera Plana; en cada nota, reportaje, columna y programa televisivo, recuerdo y recordaré siempre el profesionalismo de Don Jacobo Zabludovsky, que me llevó a acercarme a la industria litográfica, a las máquinas de escribir y a arrastrar el lápiz, para intentar cada día ser un buen periodista.

Hoy que terminó la narrativa que escuchaba diariamente de 1 a 3 en el 88.1 de Radio Red, que iniciaba con la frase: Es la una de la tarde en el reloj de catedral; y terminaba con la explicación de cada una de las canciones de Carlos Gardel, diciendo esta es la voz de “El Mudo”, como se conocía al grande del Tango; no me queda más que homenajear a mi modo, a Don Jacobo, desde el anonimato, pues él nunca supo, que “tomé la alternativa” de los medios, en seguimiento a su ejemplo; y lo que tampoco nunca sabrá, que mientras siga “tundiéndole a las teclas”, haré homenaje a su nombre, buscando la verdad de la noticia, diciendo la verdad y protegiendo la verdad.

Que en paz descanse Don Jacobo Zabludovsky.