Ética, criminalidad juvenil y esperanza.
- Igmar Francisco Medina Matus
Actualmente atravesamos como nación y como sociedad una fuerte crisis de identidad social y política, la perdida de credibilidad, la corrupción y la decadencia de los valores son sin duda, los principales retos que México y sobretodo Oaxaca enfrentan. Así, reflexionaba sobre la ética, y he encontrado datos verdaderamente impactantes, primero que la falta de ética se encuentra estrechamente vinculada a la pobreza y a la desigualdad, de tal suerte que en nuestro país y lamentablemente en Oaxaca, a pesar de tener recursos naturales y un alto potencial de crecimiento, los indicadores de pobreza y de pobreza extrema no han cambiado en los últimos veinte años. Por el contrario, el indicador de pobreza alimentaria incluso ha aumentado.
De igual forma la criminalidad, que refleja cuantos homicidios hay por cada determinado numero de habitantes, muestra que los jóvenes somos los más afectados: uno de cada cuatro jóvenes en México están desempleados y además, no estudian. Esto nos constituye en un grupo vulnerable, porque nos encontramos a merced del crimen organizado. Lo anterior lo prueban las estadísticas que cada vez apuntan el número creciente de jóvenes que están cometiendo delitos. Lo más impactante, es que dos terceras partes de los jóvenes que cometen delitos, provienen de familias donde hay un solo cónyuge al frente.
Víctima de la curiosidad encontré estas abrumantes reflexiones, no obstante en mi sandez por no dejar de creer que las cosas pueden ser diferentes me manifesté aferrado a la esperanza y encontré datos que compartir.
Estoy convencido que la familia es la mayor unidad de prevención del delito. Si la familia funciona bien, todo lo demás también. Y saben por qué? Porque la familia guía desde la perspectiva del amor. Los jóvenes descreídos de la política y en general de la sociedad, creemos en la familia, porque es el único ámbito donde nos sentimos seguros.
Así, la criminalidad juvenil no es un tema que se deba leer desde el punto de vista policial, por el contrario debe ser analizado desde más ópticas, y encuentro por lo menos tres: la primera es tratar de ver como se supera la desocupación juvenil, efectivamente los jóvenes necesitamos empleos. La segunda es apostarle a la educación, sí a una educación de calidad, una educación que nos permita abrirnos en un mundo globalizado, donde las distancias se miden en horas y no en kilómetros, a ser competitivos.
Y la última, que es la de fortalecer la institución de la familia, desde la perspectiva del amor. Una tarea que nos corresponde y nos compete a todos. Y hoy, podemos empezar: los exhorto a que vayan con los suyos, a que se den un abrazo y sean felices. A que disparen con las palabras y a que seamos capaces de sacudir conciencias en cada oportunidad que se nos presente. A estar dispuestos, que sin importar lo que pase, tratemos de ser buenas personas, buenos hijos, buenos padres, buenas madres, buenos novios y novias, buenos estudiantes, buenos políticos y políticas, en general buenos seres humanos.
Igmar Francisco Medina Matus
@igmarmatus