LA EDUCACION Y LA CORRUPCIÓN

  • Carlos Noé Sánchez Rodríguez

 Uno de los grandes males del modelo económico actual es la corrupción, un verdadero lastre que perjudica en todos los poros de la sociedad.  La corrupción, según el diccionario de la lengua española, se define como la práctica que consiste en la utilización de las funciones, especialmente las públicas, en provecho económico o de otra índole, de sus gestores. La corrupción tiene efectos desastrosos en lo que toca, no solo porque afecta a las personas que no pueden defenderse por su estatus social y económico, sino que provoca, finalmente, un mal para toda la sociedad.
    En efecto, un día sí y otro también, se refleja en la prensa los actos de corrupción, casi siempre por funcionarios de todos los niveles, que además nunca son perseguidos ni menos castigados, las autoridades de todo tipo se cubren las espaldas y aunque se establecen órganos de vigilancia, exteriores e interiores, superiores o del mismo nivel, todos entran a la corrupción mediante le negociación en “lo oscurito”, y los más afectados siempre son los trabajadores, el ciudadano común y corriente, los que no tienen dinero, ni amigos influyentes, ni “palancas”, ni recomendaciones etc.   
   El ciudadano se ha acostumbrado a ver la corrupción como un acto normal e imposible de erradicarlo, que aparece íntimamente ligada al individualismo y al afán de acumulación de riqueza, lo terrible es que así se educan a los niños y a los jóvenes, por ello, a pesar de las clases de ética y valores del bachillerato o de la educación “humanista basada en competencias” casi siempre se obtiene a egresados dispuestos a entrarle a la corrupción en todas sus formas.
    El problema es que la corrupción ahonda más la división entre ricos y pobres, entre poseedores y desposeídos, entre los que tienen palancas y los que no la tienen,  un mundo así es caldo de cultivo para la violencia de todo tipo, de la inestabilidad social y política y además, constituye un freno para el desarrollo de la economía y avance de la sociedad en su conjunto.
  Todo esto viene a cuento porque existe la precepción entre muchos estudiantes, con los que he platicado recientemente que aspiran a ingresar en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, sobre todo los que hicieron un intento en la Licenciatura en medicina, todos coinciden en que el proceso de admisión estuvo plagado de irregularidades, por lo que concluyen  que hubo corrupción, pues les hicieron tomar un curso que duró más de un semestre,  lo cursaron más de 1,500 jóvenes, tomando en cuenta que cada uno de ellos pago por el curso la cantidad de $1,500.00, excelente ingreso que ojala haya sido para los maestros que lo impartieron, pues aquí hay también descontentos según coincidieron los muchachos. Se les dijo, además, que se les iba a tomar en cuenta su participación y cumplimiento en el curso y que la final se evaluaría con un examen, pues bien, todos concuerdan también en que esto no fue cierto, pues en primer lugar nunca se publicaron las calificaciones, ni la evaluación del curso, y finalmente los aceptados no fueron los que más se destacaron por su aplicación y perseverancia, sino como siempre sucede, los que tienen palancas y los que tienen dinero, al decir algunos de ellos que aceptan que ingresaron porque los “ayudaron”, en cambio, los que hicieron un gran esfuerzo académico pero que no tienen palancas, ni dinero no pudieron ingresar.
       Esta percepción que tienen los jóvenes que tienen verdadera vocación, sensibilidad y capacidad para  estudiar medicina, los va a marcar en toda su vida, pues algunos fueron obligados a estudiar otra carrera que no les gusta, otros más habrán perdido un semestre o un año y otros más dejaran de estudiar, pero han aprendido que en este mundo como dice el dicho famosos “el que no tranza no avanza”, y que si es así la sociedad, también hay que ser así.
      Los que ingresaron, muchos de ellos sin mucho esfuerzo y a sabiendas que puede más una palanca que la aplicación y el desvelo, muy seguramente terminaran una carrera floja sin pena ni gloria si bien les va, o en algunos semestres adelante abandonaran la carrera al sentir la necesidad de contar con una estela de sacrificio que “papi o el pariente o amigo con palancas” no le puede dar. Así nuestra sociedad se llena de profesionistas mediocres, insensibles, individualistas y ambiciosos que no van a aportar empeño alguno en resolver los grandes problemas que la sociedad actual plantea, y que al parecer los gobiernos actuales ni quieren ni pueden solucionar.
    Controlar y conservar el poder dentro de una institución educativa a costa de lo que sea incluida la corrupción, tarde o temprano traerá como consecuencia el debilitamiento de los quehaceres esenciales como la enseñanza dentro del verdadero humanismo que la sociedad necesita urgentemente, pero para entonces se habrá perdido ya mucho tiempo.