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La implantación de la vacuna Covid-19: ¿Qué economías emergentes están liderando?

Preocupa que las naciones en desarrollo sean empujadas hasta el final de la cola de despliegue de vacunas

México. Un número creciente de  países de todo  el  mundo  están  lanzando programas  de vacunas   Covid-19, lo que  genera  optimismo de que  hay    una  luz  al  final  del túnel del  coronavirus.   Sin embargo,  si bien  algunas  economías  en desarrollo  están  avanzando    con éxito  con  sus  propios  programas,  otras  han expresado su  preocupación por    un  desequilibrio  mundial  emergente  en  la distribución.

Los gobiernos de todo  el  mundo  gastaron  93.000mn  en  vacunas  y  terapias  de Covid-19  en  2020, de los cuales  alrededor de 86.500mn de euros fueron  a los productores de  vacunas,    según    la Fundación kENUP,    una  organización sin ánimo de lucro.  De  este  total, el 32%  procedía  de  Estados Unidos,  el  24%  de  la  UE  y  un  total  del  13%  de  Japón  y Corea del Sur. 

Gracias en  parte  a  esta  inversión,  el Reino Unido,  los  Estados Unidos,  China,  la India  y  Rusia  han    desarrollado vacunas Covid-19.   Como    resultado  de las iniciativas nacionales  y  multinacionales,    aproximadamente  39 millones de dosis  se  habían  administrado  en  49  países  para el 19 de enero.

Si bien muchas  naciones  más ricas  han  sido  capaces    de producir  o  comprar  dosis  suficientes para inocular  a  toda  su población varias  veces,    algunos  países  menos  desarrollados  están  luchando  por  garantizar  los suministros.   Tedros  Adhanom  Ghebreyesus,    director  general de la Organización  Mundial  de  la  Salud  (OMS),  ha  advertido de que  una  distribución  desigual de las vacunas  corre el riesgo  de  prolongar  la  pandemia.

Además de   las  cuestiones  de  suministro,  se    teme que algunos  países de ingresos  medios  y bajos tengan    que  superar  los obstáculos  relacionados con la logística  para  proporcionar vacunas a  todos  los ciudadanos. 

Las vacunas son  productos  biológicos  que  pueden  ser  dañados  por  diferentes  condiciones ambientales,  tales  como  temperaturas  muy  altas  o  bajas  o luz   excesiva.     Por lo tanto,  es  esencial  que  se  transporten  y  almacenen    adecuadamente.

Por ejemplo,  la  vacuna  Pfizer-BioNTech    debe  mantenerse    refrigerada  a  -70oC, lo que significa  que  su  distribución  requiere una considerable capacidad logística  en  cadena de frío,    que  es  costosa  y depende de  una red de carreteras  eficiente. 

Otro desafío  está  relacionado con  la  logística  y  las TIC. Inocular con éxito    toda  la  población  de  un  país  determinado  requiere  una base de datos completa, actualizada  y    confiable,    algo que  no  todas  las naciones  poseen.

 

Propuesta de exención de P.I. de    la OMC

Una posible  solución a la  distribución  desigual  es    que los países  individuales  fabriquen  sus  propias  vacunas. Ciertamente hay   un potencial sin explotar  en  este  ámbito:  en  junio del año    pasado,  una  encuesta  realizada  por la Coalición para las Innovaciones en Preparación  para  epidemias    (CEPI)  identificó  la  capacidad  de fabricación de Covid-19  en  41  países. Esta  solución  también  disminuiría el impacto de la  interrupción de la cadena  de  suministro creada por  la  pandemia. 

Sin embargo, el  know-how  para  producir  vacunas  no  está disponible libremente.   Con                  miras a abordar esta cuestione,    a  finales del año  pasado    la  India  y Sudáfrica    pidieron a la Organización Mundial del Comercio que suspendiera  temporalmente la  protección  internacional de la propiedad  intelectual  de los productos médicos,  incluidas  las  vacunas contra el coronavirus.

Estaban respaldados    por  docenas  de economías en desarrollo,    pero  las naciones  y bloques más ricos,    incluidos los Estados   Unidos,  el  Reino Unido  y    la  UE,    se opusieron a  la  moción,  diciendo  que  sofocaría  la  innovación.

Una solución  alternativa  que  están    siendo  aplicadas  por  algunos  países  es  desarrollar  su  propia  vacuna. En  México,  por  ejemplo, se están   llevando   a cabo diversas  iniciativas  para  desarrollar  una  "vacuna nacional"    (http://oxfordbusinessgroup.com/news/covid-19-economic-

impacto-latino-américa-y-caribe-año-revisión-2020),  aunque  el  país  también  ha  importado  grandes cantidades de  la vacuna Pfizer-  BioNTech,    que  utilizó   para lanzar  su  plan  de inoculación  a  principios  de  este  mes.

Cuba también  está  trabajando  en  su  propia vacuna contra el coronavirus,    en  colaboración  con  Irán.

A pesar de estos  esfuerzos,  por  el  momento      parece  que  la  forma  más  eficaz  de inmunizar a  las    poblaciones  nacionales  es  importar  grandes  cantidades  de  una  de  las  vacunas establecidas. 

El Golfo  entra  en  acción

Una región  que  ha  experimentado un éxito  considerable en la importación de  vacunas  y  en la implementación de    programas de vacunación  masiva  es  el  Golfo.

El 10 de   diciembre  Bahrein  anunció  que        proporcionaría    la  vacuna  gratuita  a  todos los ciudadanos  y  residentes,  habiendo  aprobado  el  uso  tanto de las vacunas Pfizer-BioNTech  como de sinofarma de producción china.   Como    resultado  de  esta  iniciativa,  Bahrein  tiene  actualmente  la segunda tasa   de vacunación  más alta  del  mundo,  después de  Israel.

Además,  este  mes  Bahrein se convirtió en el  primer  país  del  mundo  en  permitir  a  todos los ciudadanos  programar  su  vacunación  a través de un teléfono inteligente, a través de su  aplicación de rastreo  BeAware  ,  un  excelente  ejemplo  de  innovación  digital que se  utiliza  para  superar  algunos  de  los riesgos asociados    con  el  virus.

En otros lugares, los  EAU,  Kuwait,  Omán,  Qatar  y Arabia Saudita    iniciaron  sus  campañas de inoculación  hacia    finales  de  diciembre. 

Los EAU  fueron  el  primer  país fuera de China  en    aprobar  el  uso  masivo  de  la vacuna Sinopharm.   Esta  vacuna y  la  vacuna  Pfizer-BioNTech  son  actualmente  las vacunas   más  ampliamente  implementadas    en  la  región,  aunque  varios  países  están  en  proceso  de  diversificar  sus  suministros.

América Latina se queda atrás 

A diferencia    del  Golfo,  América  Latina  está  menos  avanzada  en  la  disponibilidad  y  accesibilidad  de las vacunas.

 Algunos     países,   como México,  Costa  Rica  y  Chile,    han  negociado  con éxito  la  obtención de lotes  de  la vacuna Pfizer-BioNTech,    y  han  comenzado a implementar  programas de  inoculación.

Brasil, por su parte,  fue  el  lugar  de los exitosos  ensayos  en etapa avanzada  para  dos de las vacunas de  China,    y  comenzará  a  administrar  una de ellas,    Coronavac,    a finales  de  enero. 

En otros lugares, la Argentina  recibió  su  primer  lote  de  la vacuna Sputnik  V de elaboración  rusa  a    finales  de  diciembre.

Con   algunas  excepciones,  otros  países  de  la    región  no  han  podido    asegurar  grandes  poblaciones. Algunos,    como  Perú,  están  ahora  en  la  posición  de  esperar    a que  el  Centro  COVAX  proporcione  un  suministro  de  vacunas.

COVAX y nacionalismo de vacunas 

El Mecanismo  COVAX es una  iniciativa  multilateral  cuyo  objetivo es    garantizar  que todos los países  tengan  un "acceso justo  y    equitativo"   a las vacunas contra  el coronavirus. 

Co-dirigido por  organizaciones  como el CEPI  y     la OMS,  COVAX  permite a los  países poner en común  sus  recursos  invirtiendo  conjuntamente    en candidatos a  vacunas, al mismo  tiempo  que  desarrolla  la  infraestructura  necesaria  para  su  distribución. 

En septiembre del año  pasado,  la  OMS  expuso  cómo  funcionará  COVAX.   En  virtud del  plan, las dosis  se  asignarán    inicialmente  a los países  participantes  en  proporción  al tamaño de su  población.   Una vez que  cada  país  haya  recibido  suficiente  para el 20%  de  su  población,  se  tendrán    en  cuenta  sus  respectivos  perfiles de  riesgo de Covid-19  para su posterior  distribución.

COVAX tiene por objeto    contrarrestar el    "nacionalismo de  las     vacunas",    el  término  aplicado  a  la  creciente  tendencia  de  las naciones más ricas a conseguir contratos bilaterales  con  los fabricantes de  vacunas  y las dosis de reservas  para  sus    propios  ciudadanos,  una  tendencia  que,  como  ha destacado la    OMS, perjudica a las   economías  emergentes    y  daría lugar  a  que  se amplíe la  pandemia  mundial. 

Hasta la fecha,  más  de  180  países se han  adherido    a  la iniciativa COVAX;       pagará por   las vacunas de  92 años. 

Por lo tanto, COVAX  está  listo  para  ofrecer  un  salvavidas  a  las  naciones en desarrollo  que están rezagadas,    asegurando  que  la  luz  al    final  del  túnel  sigue  creciendo más  brillante.   

Encuesta

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