• Sociedad

¡Yo sé dónde estás y quién te tiene!, Santísima Virgen de Guadalupe

  • Joel Javier
A manera de desagravio, por el hurto de nuestra venerada Madre de Dios.

Sí, no fue un día cualquiera para los católicos de la Unidad del Fraccionamiento “El Rosario”, menos aún para los que profesan su fe en la Madre de Dios, la santísima Virgen María.

La madrugada de este viernes 25 de diciembre, el mismo día del Nacimiento de Nuestro Señor, Jesucristo, al filo de las 3:58 horas de la mañana, cobijado por la obscuridad y las tenues luces de las diversas casas habitación que circundan la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario, un joven, se atrevió a irrumpir la tranquilidad de la morada de la casa parroquial para despojar de este lugar a la imagen de la Santísima Virgen de Guadalupe.

Una imagen que desde hace más de 15 años permanece, sí, permanece aún después de haber sido despojada del lugar dónde se encontraba, una peña de piedras, magueyes, flores de nochebuena, rosales y una fuente, misma que en principio el presbítero José Guadalupe Barragán Oliva, le concediera un espacio para ser venerada por sus feligreses y devotos, para ser la intercesora ante su Hijo, Jesucristo para aliviar y reconformar sus penas y agradecer su siempre compañía.

Sí, ¡Yo sé dónde estás y quien te tiene!, sí, lo afirmo con la convicción de que soy católico, devoto de ella, la Madre de Dios, porque sé que estas en muchos de nosotros, tus hijos, y somos quienes te tenemos pero no por haberte despojado de tu recinto, sino porque con amor nacimos y crecimos venerándote, alabándote, bendiciéndote y suplicando para que nunca solos nos dejes.

Sí, santísima Virgen de Guadalupe, ha pasado un día muy largo y una noche muy triste para quienes profesamos y reafirmamos nuestra fe a través de nuestras oraciones, súplicas, ruegos y sobre todo, agradecidos porque como verdadera madre no nos desamparas y escuchas nuestras plegarias de salud por todos, de amor y de bendiciones para todos.

Al joven que con su capacidad física tuvo la osadía de llevarte consigo, solamente le pedimos que te regrese a tu casa, porque no sabe cuántos día con día, sobre todo en éstos días nos preocupa la salud de tantos millones de hermanos que están sufriendo física, social, económicamente por esta Pandemia y es por ello que insistentemente, como nuestra Madre protectora, recurrimos día tras día en nuestras oraciones e intenciones.

Entristece, sin duda, saber que esa agilidad del joven que se saltó por la barda perimetral de nuestra Parroquia así como para después realizar su cometido, quitándote de tu “peñita” y cual testigo de este hecho, nuevamente fue, pero ahora a través de su imagen, el beato Juan Diego.

Ese joven, que muchos de su edad que se encuentran padeciendo por esta penosa enfermedad o por cualesquier situación así como de padres e hijos que veneran a su Madre, así todos, sin duda, saben que la santísima imagen de nuestra Señora de Guadalupe no está perdida, sino está en nosotros, sus hijos.

¡No está pedida!, porque así como te llevó cargando a su costado, dos minutos después de su cometido y perdiéndose entre las sombras de la madrugada; nosotros, a diferencia de él, te llevamos en el corazón, en nuestros rezos, oraciones y agradecimientos Madre nuestra.

¡Sabemos dónde estás!, porque jamás, tus hijos, los bautizados por el Espíritu Santo, los que recibimos los sacramentos desde pequeños y aprendimos a orar y a ser agradecidos de ti, a través del Ave María, te invocamos y sí, con toda certeza, con toda fe digo: “!Sí, Madre Santísima sabemos dónde estás, porque estas en nosotros y con nosotros e incluso con el joven que te llevo consigo, porque esa es tu bondad como Madre protectora porque tú sabes lo que es el sufrimiento de un Hijo, como lo fuiste con nuestro Señor Jesucristo!”.

Gracias Santísima Virgen María, mis ojos se llenan de lágrimas, con la esperanza siempre de verte algún día y tú seas nuestra intercesora para allegarnos a tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo porque en esta vida tú vives con muchos de nosotros y nosotros, muchos de nosotros, en realidad somos los que estamos perdidos.

Madre Santísima, te pido por este joven para que toques su corazón y él te regrese a tu casa ahí donde siempre estarás porque imágenes como tú, de nuestra venerable Virgen María hay millones en todo el mundo, nunca estarás extraviada sino al contrario, nosotros somos los que equivocamos el camino y aun así nos cubres con tu manto.

Madre santísima, imágenes como la tuya, están y estarán siempre en millones de hermanos que al unir sus manos te dicen: “Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, Bendita eres entre todas las mujeres…”, y te llevan en sus vehículos, te adoran en sus hogares, en sus corazones, en sus pensamientos, en sus plegarias.

Sí, y de tantos más guadalupanos que año con año realizan peregrinaciones en tu nombre así como en advocación a ti, a través de nuestra Santísima Virgen del Rosario, Santísima Virgen de la Soledad, Santísima Virgen de Juquila, Santísima Virgen de Consolación, Santísima Virgen del Carmen, Santísima Virgen de Dolores, Santísima Virgen de la Natividad y tantas más que no terminaría nunca, sí, porque en todas ellas siempre estás tú y por ello, te reitero, madre santísima ¡ Yo sé dónde estás y quién te tiene, tus hijos quienes siempre te dirán desde su corazón y a través de sus labios: ¡Bendita y alabada seas, Santísima Virgen de Guadalupe!. Amén.

 

 

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