Oaxaca.- La Maestra en Educación Ángela Salazar Acevedo señaló que “las mujeres con discapacidad somos consideradas como mujeres de segunda clase, lo que nos hace víctimas continuas de violencia, porque somos invisibles, por ello es urgente que nosotras comencemos a exigir que se nos permita el acceso pleno a todos los derechos que tiene las otras personas”.

Durante su intervención en la jornada “Diálogos por los derechos de las mujeres y las niñas” organizado por la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, la también profesora de preescolar sostuvo que en Oaxaca ser mujer y tener una discapacidad resulta en un binomio discriminatorio, el cual potencia la exclusión cuando se añaden características como el ser indígena o tener cierta edad, entre otras.

Al intervenir en el panel sobre Derechos de las Mujeres con Discapacidad, Salazar Acevedo dijo que es tiempo de visibilizar el tema de las mujeres con discapacidad para sensibilizar a la sociedad en cuanto a que las personas –y sobre todo las mujeres– que tienen una discapacidad no son “un problema”.

Agregó que es necesario que la sociedad comience a cambiar su mirada respecto a las personas con discapacidad, pues los prejuicios al respecto generan barreras, exclusión y discriminación. Lamentó que para las mujeres con discapacidad estos prejuicios y barreras se dupliquen por motivos de género.

La defensora de los derechos de las mujeres con discapacidad, al participar en estos Diálogos organizados por la Defensoría para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra las Mujeres, sostuvo que las personas con discapacidad son sujetos de derecho, y por ello pueden exigir reconocimiento como tales, siendo obligación del Estado garantizar que tengan acceso al pleno ejercicio de sus prerrogativas fundamentales.

Salazar Acevedo enfatizó que un obstáculo muy importante para que las personas con discapacidad obtengan acceso a sus derechos es la mirada asistencialista, pues este enfoque concibe a las personas con discapacidad como objetos de beneficencia o que sólo pueden ser atendidos por cuestiones de caridad.

Desde esta perspectiva –recalcó–, se considera que las mujeres con discapacidad no pueden cumplir con sus roles de género, por lo cual pueden ser excluidas y tratadas sólo con conmiseración.

Sostuvo que el enfoque asistencialista reduce la atención o los derechos de las personas con discapacidad a cuestiones como recibir sillas de ruedas, despensas o algún tipo ayuda, y desde esta perspectiva pareciera que la inclusión de las personas con discapacidad consiste en la construcción de rampas o la asignación de cajones de estacionamiento, pero no la generación de políticas públicas que atiendan en forma integral su condición.

Salazar Acevedo insistió en que las instituciones públicas tienen que comprometerse con las personas con discapacidad, sobre todo con las mujeres con discapacidad, y responder a la exigencia de ellas para que les garanticen el acceso a sus derechos.

Para concluir, la ponente llamó a las autoridades y a la sociedad a trabajar por cambiar la mirada respecto a las personas con discapacidad, un cambio que amplié la percepción para que las mujeres con discapacidad puedan ser percibidas en toda su complejidad y particularidades, pero también en toda su dignidad.