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Donají… la Leyenda, historia de amor y lealtad
Oaxaca.- Ante la mirada de asombro de miles de familias que abarrotaron el Auditorio Guelaguetza, se llevó a cabo la noche de este domingo la representación de la edición 33 de Donají… la Leyenda, historia de amor que narra el sacrificio de la princesa “alma grande” por salvar a su pueblo.
En punto de las 20:30 horas, el silencio es generalizado en la llamada Rotonda de la Azucena, los caracoles anuncian el comienzo del espectáculo. Hombres, mujeres y niños, expectantes observan con gran admiración esta inigualable representación, que hasta la fecha, se repite entre el vox populi sin tener certeza si es mito o leyenda.
El misticismo invade el Auditorio Guelaguetza. Música prehispánica, luces y colores, cuentan la historia de la princesa Donají.
Bajo un cielo estrellado, 84 danzantes inician con la danza, celebran el nacimiento de la hija del señor de Zaachila, el rey Cosijoesa.
Se trata de Donají, quien desde que nació en el seno de una familia zapoteca, un sacerdote descifró en el cielo el signo de la fatalidad y predijo que se sacrificaría por amor a su pueblo.
Entre el público asistente, el presidente municipal Javier Villacaña Jiménez, acompañado de la Diosa Centéotl 2015, Indira Tanivet Jarquín Vásquez, la presidenta del DIF Municipal, Verónica Quevedo Arango, el presidente de Rayón, Estado de México, Erick Cedillo Hinojosa, el legislador federal Martín Vásquez Villanueva, además e personalidades destacadas, disfrutaron de este espectáculo que llena de orgullo a la raza zapoteca.
La presentación avanza sin contratiempos, con efectos sonoros y luces multicolores que recrean un escenario prehispánico y la magistral destreza de los pasos de los valientes guerreros por la lucha del territorio, dan como resultado un guerrero herido.
Se trata del príncipe mixteco Nucano. Al verlo Donají, caracterizada por su nobleza y compasión por sus semejantes, sana sus heridas y cuida, pues ha nacido el amor entre ellos, motivo por el cual encabezan la paz entre sus pueblos.
Luego de varios intentos y gracias a ese amor que florece, se consolida la armonía entre mixtecas y zapotecas. La situación se torna tensa, y Donají es tomada como ofrenda de paz, si el rey zapoteco no respetaba los tratados, “alma grande”, sería llevada a Monte Albán y sacrificada por guerreros mixtecos.
Los días pasaron, todo era armonía y paz entre los pueblo, sin embargo una noche en que los guerreros mixtecos dormían, Donají piensa que es la oportunidad que esperaba para escapar, envía un mensaje a través de a una doncella para tomar Monte Albán, de inmediato los guerreros zapotecas llegan y atacan sin dar la oportunidad de defenderse.
Todo parece indicar que Donají escaparía sin ningún problema, recibe la flecha de fuego que era la señal para escapar, sin embargo, es descubierta por los guardianes mixtecas.
Llenos de enojo los guerreros mixtecas se llevan a la princesa zapoteca ante los débiles intentos de los suyos por impedirlo. Una vez logrado su cometido, cortan de un solo tajo la cabeza de Donají en las márgenes del rio Atoyac.
El destino de Donají se había cumplido, ofreció su vida por salvar a su pueblo.
Nadie sabe si es mito o leyenda, pasado mucho tiempo se dice que un pastor al cuidar su ganado en las orillas del rio Atoyac, observó un hermoso lirio y conforme pasaban los días, crecía y mantenía su brillo. 15 días después ocurrió lo mismo, como si un misterioso poder lo conservara.
Se dice que es donde permanecía el cuerpo de “alma grande” y en cuya cabeza había enraizado la hermosa planta.
Datos históricos afirman que sus restos están depositados en el antiguo convento de Cuilapam de Guerrero, junto a los de su amado. Al final mixtecas y zapotecas fueron pueblo hermanos.
Resultado de esta gran historia de amor y desde 1928 es el emblema y escudo oficial del Honorable Ayuntamiento de la Ciudad de Oaxaca de Juárez.
Al final, el cielo se iluminó de luces multicolores, donde los juegos pirotécnicos son el sello distintivo de las fiestas de los Lunes del Cerro, impresionando a los miles de asistentes que no dejaron de reconocer y admirar la riqueza cultural que Oaxaca les ofrece en el marco de la fiesta cultural más grande de Latinoamérica en el Auditorio Guelaguetza.