La corrupción en el transporte público

  • Carlos Noé Sánchez Rodríguez

México se encuentra entre los países del mundo con los índices más altos de corrupción. En todos los sectores oficiales y en todos los niveles de gobierno, a lo ancho y largo de la república, se reconoce este aspecto como uno de las grandes males que estorba el crecimiento económico, que merma la confianza de los ciudadanos en sus gobernantes y que destruye el llamado tejido social, que descompone la formación y la educación de las próximas generaciones, y que además goza de una impunidad total; aunque a cada rato se reconoce abiertamente por todos los gobernantes, políticos, candidatos y  por el pueblo mismo, sólo cuando se llegan a descubrir y publicar actos de este tipo se debe a venganzas, a persecuciones, a la intención de perjudicar o simplemente porque no se puso a mano, hay ya todo un léxico de palabras, como el “moche”, el “diezmo” “la propina” “el rebane” “el entre” etc., que indican claramente un pago extra para que se haga tal o cual acción o para entregar documentos. Es bien cierto que la corrupción es una norma no escrita pero aceptada por todos, ya que todo mundo sabe que si no hay dinero en forma ilegal no se mueve nada. Es cierto también que se intenta detenerla y combatirla estableciendo leyes cada vez más rigurosas, estableciendo instituciones, organismos, inspectores, supervisores, etc., pero todo tarde o temprano cae en la misma red, por lo que es casi imposible exterminarla en las actuales circunstancias.

Sin embargo la corrupción no es inherente al hombre en general, no siempre ha existido ni siempre existirá, ni es igual de perniciosa en todos la sociedades en el tiempo y en el espacio, es como todos los fenómenos sociales, tiene sus causas aparentes y profundas, y tiene sus etapas de mayor y menor desarrollo, así que atendiendo a la historia de la humanidad, podríamos decir que la corrupción nace con la desigualdad social, cuando hay parte de la población que se distingue de otra parte de la población por tener mayor riqueza, y esta parte es minoritaria, de tal manera que deja de trabajar para dedicarse a  defender su riqueza y sus privilegios, y además para pensar como extraer más, inventando diferentes mecanismos para arrancar cada vez más riqueza protegida por las leyes o independientemente de ellas, y  esta ambición no tiene ningún límite.  Por lo tanto podríamos señalar que la corrupción es mucho más alta cuando hay una clase privilegiada minoritaria sin ningún límite existente, y una clase social totalmente mayoritaria creadora de las riquezas que se debate en la pobreza, y en cuanto esta brecha es menor la corrupción también es menor, es por tanto una ley social que cuanto mayor es la diferencia social entre los ricos y los pobres mayor es la corrupción. Pero también es seguro que cuando la clase social privilegiada no tiene posibilidad de desarrollar a la sociedad en su conjunto porque su etapa histórica ya se terminó, entra en descomposición y aumenta la corrupción prácticamente sin límites, como paso en la época de la clase esclavista romana en los primeros siglos de nuestra era, o en el siglo XVIII con la nobleza feudal francesa.

  Nuestro país, es una de las naciones con el más alto grado de desigualdad social del mundo entero, y podríamos decir que su clase dirigente económica y política, no puede ni quiere  resolver realmente los gravísimos problemas económicos y políticos, por eso tiene que recurrir al engaño, a la demagogia a la corrupción y a la represión, para mantener sus privilegios y riquezas, pero todo esto afecta gravemente a la clase trabajadora, a los obreros, a los campesinos, a las amas de casa, a los pequeños comerciantes, a los que trabajan en la “ilegalidad” como ahora le llaman que no es más que el ambulantaje, pero sobre todo a los millones de desempleados que buscan sin cesar un trabajo y no lo hay. El asunto es que a todos les afecta la corrupción desde los más altos funcionarios del gobierno, los magnates de la industria del comercio y del transporte, hasta el mordelón de tránsito o el supervisor de mercados.

          Todo esto viene a cuento porque en estos días los líderes del transporte estatal han pedido un aumento del pasaje a diez pesos la parada mínima, que porque los gastos de mantenimiento han subido, pero el transporte público local es como en todos lados, uno de los lugares  más comunes donde hay corrupción por todos lados, empezando por toda la burocracia de la Secretaria de Comunicaciones y Transporte, directores, abogados, supervisores, siguiendo por la nube de coyotes que pululan en la secretaria y que muchas veces solo con ellos se pueden realizar los trámites  de otra manera es casi imposible, pero sobre todo aprovechándose de las lagunas de la Ley de Transporte y de las concesiones, algunas empresas constituidas hace tiempo y a las que les entregaron concesiones a diestra y siniestra, hoy como si fueran plazas las venden, las compran, las reviven, las alquilan, las roban, las vuelven a vender, etc., a pesar de que las concesiones legalmente no se pueden enajenar, todo les resulta un jugoso negocio de muchos  miles pesos y todo esto en perjuicio de los dueños de las combis que tienen la necesidad de trabajar, y de los choferes que dan su trabajo todos los días y desde luego del publico pasajero que son, como siempre, el pueblo trabajador. Conozco de primera mano varios ejemplos como la Empresa Urbanos y suburbanos de Zacatelco S.A. de C.V., Transportes Apizaquenses Unidos S. A. de C. V., la Empresa Méndez etc., etc.

         Como es una ley social, la solución no puede venir del mismo mal, por lo tanto las fiscalizaciones, auditorias, transparencias, etc., de nada sirven, la solución tiene que ser de afuera, de los afectados, de los que pagan la corrupción, de los que la sufren cada día más, por exiguos salarios, que ven  cómo se encarece el pasaje, la comida, la educación, los servicios de salud, que no hay agua, drenaje, pavimento etc., el pueblo es el único que puede parar la corrupción, tarde o temprano, violenta o pacíficamente, eso va a depender de las circunstancias, ojala sea de esta última.