¡Que conste,... son reflexiones!

  • Sócrates A. Campos Lemus

       HAY ocasiones, lo debemos reconocer que como periodistas, analistas, comentaristas, nos dejamos llevar por una primera impresión sobre las gentes que entrevistamos o de las que comentamos. Cuando Rogelio Ortega, actual gobernador interino de Guerrero realizó los comentarios sobre Ángel Aguirre en donde lo trataba con delicadeza y decía que era un seductor y que, cuando menos, a él, le había ido bien, porque a la Universidad Autónoma de Guerrero, en su mandato, les apoyó con recursos, la primera reacción fue el de descalificarlo y de burlarme de sus comentarios, estaba muy reciente la brutalidad de la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y las aguas están turbias. Hoy, con total sinceridad y al conocer su paso por las torturas de los agentes especiales que perseguían y desaparecían luchadores sociales y guerrilleros en el Estado de Guerrero en los tiempos de la “Guerra Sucia” y tiempos de López Portillo y Echeverría, solicito disculpas, porque entiendo que mis comentarios estaban fuera de foco y de realismo y solamente me motivaron sus declaraciones que hoy, también entiendo, son una parte de los mecanismos de defensa que dejan huellas marcadas, cuando uno ha sufrido persecución y represión, aunada con la desinformación y la denostación de muchos actores, incluso, de su mismo grupo.
         Por supuesto que  a Rogelio Ortega Martínez, que sigue actuando en la región más violenta de México, después de sufrir las torturas de la famosa Brigada Blanca y estar durante 28 días desaparecido y torturado en un cuartucho donde difícilmente se podía estirar, con la luz permanentemente prendida para someterlo a toda clase de interrogatorios y torturas, debe ser terrible, ahora, poder dormir con luz prendida, ya que al Tigre, como le apodaban, era un luchador social ligado a la guerrilla y sabe lo que es moverse en las aguas pantanosas de la represión, del terror y horror, del miedo, de la violencia y del asesinato. Cuando se ha logrado sobrevivir como lo pudo hacer Rogelio, seguramente, se enfrentó con varios dilemas, uno con la propia descalificación de sus “aliados” que en forma violenta lo desacreditaban porque se tuvo que integrar a los puestos oficiales ya que, de otra manera, no sobreviviría, porque en ningún lugar le darían empleo, y además, no tendría la protección y el cobijo de la Universidad para desempeñarse entre los dos mares: los de sus convicciones y los que le obligan a tratar con las gentes del sistema y poder conciliar con ellos para sobrevivir y desarrollarse sin que le vuelvan a acusar y violentar, es terrible.
         Se tuvo que integrar a los partidos de izquierda que en esos momentos representaba, como opción, el PRD, y ahí logró tener un puesto importante al lado de un papel conciliador y de consenso. Tuvo que dejar la cátedra de Ciencia Políticas y entrarle al toro para tratar de recomponer el tejido político tan destruido después de los terribles acontecimientos de Iguala y del descubrimiento de las intensas relaciones y control de los grupos del narcotráfico con la política. Él sabe que los grupos políticos, en muchos sitios y regiones donde la pobreza y el aislamiento continúan están ligados a los grupos del narcotráfico, disputándose unos a otros para imponer su ley por medio de las matanzas y del terror, por el otro lado, se mueven, ahora, algunos grupos ligados con los conflictos guerrilleros que tienen esperanza que éste sea su camino del cambio, y por el otro, de los grupos políticos, destruidos y confrontados en todas esas zonas de tal suerte que algunos operan con los grupos de las policías comunitarias que son los que protegen a las poblaciones y a los dirigentes sociales que siguen en esas regiones donde casi no pueden operar.
         Rogelio Ortega no se anda por las ramas, habla con confianza y claridad, habla como le dicta su conciencia y sus convicciones y explica que, según él, desde hace más de diez años hay una infiltración de la delincuencia organizada en las instituciones, pero para llegar a esto, primero, tienen el control de las zonas de producción, distribución o tráfico de drogas y aprovechan el aislamiento y la pobreza e imponen la violencia: plata o plomo y ahí vemos a muchos políticos que han tenido que lidiar con los grupos delincuenciales, no porque quieran ser sus socios o cómplices, sino porque lo hacen o no viven ni ellos ni sus seres queridos, y la autoridad en la realidad de esas regiones, no existe o se encuentra totalmente corrompida o son socios o cómplices de los delincuentes y narcotraficantes. En otros casos, como los de Igual, la complicidad y sociedad es clara, y operaban la realidad de la narcopolítica en esa parte del país, de tal suerte que, nadie conoce a ciencia cierta qué tan profundas son sus raíces y sus compromisos, y por ellos, es mejor andar con cuidado a ser uno más de los secuestrados o eliminados…Perdón Rogelio, sinceramente, te lo pido… hoy, entendí.