¡Que conste,... son reflexiones!

  • Sócrates A. Campos Lemus

        VEÍA en la madrugada, desde la recámara, un amanecer brillante, hermoso, lindo de verdad, poco a poco asomaba la luz en un cielo oscuro y se reflejaba en unos majestuosos árboles que a lo lejos se ven y se sienten, enormes, y nos dan la idea de lo bondadosa que es la naturaleza, a lo mejor todos los días sucede el mismo ritual y no le presta uno la atención, porque los problemas agobian y  presionan de tal suerte que solamente ve lo de uno y no lo de los demás, lo que está a la vista con bondad y majestuosidad. Es cierto que poco volteamos a ver el cielo y vemos lo que día a día nos brinda el gran Creador, y es así que, cuando uno toma conciencia, la visión cambia y el interior se mueve de tal suerte que empieza a reflexionar sobre la vida y lo que hay en ella.
         Hace unos días, comentábamos sobre el llanto del Papa Francisco, cuando unos niños le preguntaban, ante su tragedia, el por qué Dios permite tales cosas e injusticias, desgracias, y el Papa, solo atinó a llorar, porque no tenía respuesta, y decíamos que ni eso hemos visto en los políticos, banqueros, funcionarios, empresarios y policías cuando a veces,  pocas veces, bajan las miradas y se bajan de sus pedestales y tronos, solo se aprietan la nariz y cierran los ojos y dicen y declaran tonterías, pero ni escuchan los llantos ni los gritos de los que solicitan auxilio, atención y cierran cualquier camino para escuchar esos lamentos, ni lloran; los dictadores o los que forman parte de la dictadura que gobierna y explota, no lloran, ni se conmueven, solamente ven lo de ellos y  los suyos con el egoísmo de los que nada sienten.
         Por esa razónn contaré una pequeña historia que me envía un querido compadre: “Una reportera de la CNN escuchó hablar de un anciano judío que había estad yendo a orar al Muro de los Lamentos durante muchos años, todos los días, sin faltar uno. Así que fue para allí a comprobarlo. Identificó al hombre fácilmente mientras se acercaba al Muro de los Lamentos"
         “Lo observó mientras oraba. Después de 45 minutos y cuando e viejito se estaba dando la vuelta para irse, ella se acercó para hacerle una entrevista”.
         “- Disculpe, señor, soy Rebeca Smith, reportera de CNN. ¿Cuál es su nombre?”
         “- Morris Fishebein”, respondió el viejo con una cara noble y sabia.
         “¡Cuánto tiempo ha venido usted, señor, al Muro de los Lamentos?”
         “- Alrededor de 60 años”, dijo el viejo con una cara seria y bondadosa.
         “¡60 años! ¡Es asombroso! ¿Y por qué o por quién reza?”.
         “-Rezo por la paz entre cristianos, judíos y musulmanes”, explicaba el viejo viendo al cielo y con lágrimas en los ojos.
         “- Rezo porque terminen todas las guerras y los odios entre la gente” decía, sin quitar la vista en las alturas.
         “-Rezo para que los niños crezcan como adultos responsables, amando a sus semejantes” y, susurrando, se entendía que pedía para que fueran felices y no sufrieran injusticias, ni hambre, ni discriminación o explotación alguna.
         “La reportera preguntó con atención. ¿Y cómo se siente usted después de estos 60 años pidiendo todos los días lo mismo?”
         “-COMO SI LE HUBIERA ESTADO HABLANDO A UNA PARED”.
         Y no es que Dios o el gran Creador no tengan respuestas; lo que sucede es que los hombres no las brindan porque están más empeñados en velar por ellos y los suyos, pero no para apoyar a la gente; es peor lo que sucede con los políticos, los funcionarios, empresarios, banqueros, policías, porque ellos en verdad, solamente están buscando la forma de explotar y enriquecerse a costa del trabajo empeñoso de los demás, ellos, son los que no escuchan nada, ni los lamentos ni gritos y llanto de auxilio de la gente que no tiene nada y que sufre de todo. Ellos, son los que llevan las guerras para defender sus intereses y no para defender su religión. Las religiones no necesitan de dogmáticos ni perversos para hacerse sentir en el corazón de sus fieles, no importando en lo que crea cada uno. Solo a los “guardianes” de los dogmas les interesa mantener las diferencias y odios entre unos y otros; los fieles se interesan por amar en lo que creen y en orar por la paz y los buenos sentimientos. A esos dogmáticos y perversos, no les importa crear con madurez, hombría y bondad a los niños, porque los ven, no como hermanos, sino como “carne de votación o carne de explotación”. Ellos, viven de las guerras, porque venden armas y equipos para eliminar a los otros y destruir lo que hay, por eso, no quieren la paz, ni una sociedad justa y alegre y culta, al contrario, la quieren dividida, porque en eso basan su fuerza y control. Pero, ya basta, no debemos continuar hablando a las paredes, tenemos que actuar para destruir los muros que nos separan…y eliminar desigualdades e injusticias. Hay voces que derrumban muros y música que los elimina.