La conducta del gobernador de Oaxaca, grave amenaza para los dirigentes antorchistas

  • Aquiles Córdova

El jueves 20 de marzo se llevó a cabo, en el palacio de gobierno de Oaxaca, una mesa de diálogo muy seria (quizá valga decir que hasta solemne, a la vista de la jerarquía de quienes asistieron) entre representantes de los gobiernos estatal y federal y una delegación estatal y nacional del Movimiento Antorchista. En ella, después de los consabidos “informes”, versiones, aclaraciones y argumentos de cada parte, se tomaron acuerdos sobre el pliego petitorio de los antorchistas oaxaqueños, la mayoría de los cuales omito por no interesar directamente al asunto central que quiero tratar hoy. Uno sólo de dichos acuerdos debo destacar: el que se refiere al problema agrario entre San Juan Mixtepec y Santo Domingo Yosoñama cuya naturaleza, situación legal, argumentos de ambas partes y graves incidentes que han llegado hasta el secuestro y feroces asesinatos, individuales y masivos, cometidos por un pequeño pero peligroso grupo de gente de Mixtepec contra los indígenas de Yosoñama, hemos informado ya de manera puntual.

¿Qué se acordó, pues, en relación con tan delicado asunto? Hace ya más de 3 años (enero de 2011) que la gente de Yosoñama, guiada, aconsejada y convencida por los dirigentes antorchistas de Oaxaca, pusieron sobre el tapete de la discusión su propuesta de solución, que es una lección insuperable de pacifismo, racionalidad y espíritu de equidad y justicia que los indígenas de Yosoñama dan a todos los pueblos de México, sobreponiéndose incluso a su derecho ancestral sobre el área, cuya posesión continua, pacífica y pública han ostentado desde hace casi un siglo. Proponen que la superficie en litigio se divida a partes iguales (tomando en cuenta, por supuesto, no sólo la cantidad sino también la calidad de la tierra) entre ambas comunidades, y que a cada pueblo se le indemnice por la parte que tendría que ceder en el arreglo. Esta propuesta fue formalmente entregada, como digo, hace más de 3 años, tanto a la entonces Secretaría de la Reforma Agraria como al gobierno de Oaxaca, y ambos se comprometieron a hacer lo necesario para que el grupo de Mixtepec aceptara la propuesta. Ninguno de los dos ha cumplido y sólo se han dedicado a tratar de contener o desalentar a Yosoñama con evasivas, plazos y engaños, abiertos o disimulados. Pues bien, en la solemne mesa que digo, el gobernador Gabino Cué, firme y expresamente apoyado por su Secretario de Gobierno, aseguró que ya tenía la total anuencia de Mixtepec, y que sólo restaba que los expertos hicieran una propuesta concreta de división, para lo cual pedía un plazo de una semana que se cumpliría el jueves 27 de marzo.

    Antes de decir qué pasó con este compromiso del señor Gobernador, preciso que en la mesa estaban, además de él y varios de sus funcionarios de mayor jerarquía, la licenciada Georgina Trujillo, subsecretaria de SEDATU, en representación de su titular, el Lic. Jorge Carlos Ramírez Marín; el Ing. Francisco José Yáñez, jefe de la Unidad para la Atención de las Organizaciones Sociales de la Secretaría de Gobernación federal, el General Salvador Camacho de la Policía Federal y el  Comandante José Luis Solís López (Comandante Espartaco) en representación de los cuerpos de seguridad pública que garantizarían la ejecución pacífica del acuerdo. También informo que, ante la promesa del Gobernador, el Ing. Gabriel Hernández García, cabeza del antorchismo oaxaqueño, dijo a los presentes que, por informes confiables que tenía, en Mixtepec no se había movido nada, nadie había reunido al pueblo para conocer su opinión y nadie sabía una palabra de lo que allí se decía. La respuesta del Gobernador fue reiterar su dicho y la invitación para la reunión del 27 de marzo. Y lo que tenía que pasar, pasó. Tal como lo temía el Ing. Gabriel Hernández, en la víspera de la fecha acordada, cuando el gestor nacional de Antorcha, Ing. Homero Aguirre, buscó confirmar la cita, se encontró con dos sorpresas. La primera fue que nunca pudo comunicarse con el Ing. Francisco José Yáñez, de Gobernación federal; la segunda fue que la Lic. Trujillo, que sí contestó el teléfono, con acento de profundo disgusto le dijo que la reunión se cancelaba porque, una vez más, el gobierno de Oaxaca “nos engañó a todos”; ahora confiesa, dijo, que, en efecto, en Mixtepec no se ha hecho nada, no hay ningún acuerdo y, por tanto, la reunión carece de sentido.

    Hasta aquí los hechos. Ahora bien, quien conozca el A, B, C de la política a la mexicana y su forma de ejercer el poder, sabe que es ingenuo creer que, como dijo la Subsecretaria Trujillo, el Gobernador “nos engañó a todos”. Es elemental pensar que ni SEDATU ni Gobernación federal acudieron a la cita atenidos a la versión que el gobernador de Oaxaca quisiera darles; por el contrario, es seguro que llevaban su propia información, la que les proporcionan sus fuentes más confiables, y no podían ser engañados por nadie. Por tanto, la única engañada (y eso relativamente, como lo prueba lo dicho por el dirigente de Oaxaca) fue Antorcha y los dirigentes antorchistas, que confiaron en la seriedad y en la respetabilidad de sus interlocutores. Pero no es en esto, en el engaño y la burla, donde reside lo sorpresivo y peligroso del evento de que hablo. No es la primera vez que nos engañan. Lo nuevo y preocupante es que esta vez la maniobra se dio en un escenario muy formal, prácticamente ante la cúpula del poder político del país; y no hay manera de dejar de ver en ello un desafío mayúsculo y una muy clara amenaza por parte de las fuerzas que operan atrás del grupo de Mixtepec y, quizá, del propio gobierno de Oaxaca. Lo sucedido equivale al siguiente mensaje: el problema agrario entre Mixtepec y Yosoñama se resolverá de acuerdo con nuestros intereses y nuestra soberana voluntad; es decir, dándole toda la razón al primero y sometiendo a Yosoñama por la buena o por la mala, por la violencia y la masacre si fuera necesario. Y este “mensaje cifrado” va rubricado nada menos que por el gobernador de Oaxaca y lleva como testigos pasivos a la SEDATU y a un funcionario de Gobernación federal.

    La pregunta que sigue, y que seguramente ya se hicieron y ya respondieron las fuerzas oscuras que se esconden detrás del conflicto, es: ¿y qué pasará con Antorcha, en particular con sus dirigentes en Oaxaca, si no entienden el mensaje o si lo entienden pero no lo aceptan ni lo acatan? He aquí por qué yo concluyo (y participo mi conclusión a la opinión pública nacional y al Presidente de la República, Lic. Enrique Peña Nieto) que la conducta del gobierno oaxaqueño en el caso es una clara amenaza a la vida de los líderes antorchistas que persistan en defender a Yosoñama, y pido en consecuencia la enérgica y rápida intervención de SEDATU y Gobernación federal para encauzar la solución del problema y conjurar a tiempo los tenebrosos planes de quienes parecen haber enloquecido con el poder que ostentan. Precisamente, el martes 1 de abril, 15 mil antorchistas oaxaqueños, encabezados por su Comité Estatal y por una representación de la Dirección Nacional, se manifestaron en la capital del Estado para exigir, de viva voz y con toda energía, lo mismo que yo demando a través de esta mi modesta colaboración.