El favorito
Hace seis años, en 2007, el entonces gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, estaba verdaderamente en la “plenitud del pinche poder”, como él mismo lo expresara tres años después, pero cuando ya estaba a punto de entregarlo.
En aquel entonces, la corriente política de la “Fidelidad” (un verdadero culto a la imagen de Herrera Beltrán) estaba en su cenit. Habían arrasado en las elecciones intermedias locales de ese año, con lo que se superaba el escenario adverso de un Congreso sin mayoría con que inició su gobierno en 2004, y además se llevaron la mayor parte de las alcaldías de la entidad. Una verdadera fiesta roja, color que durante ese sexenio se utilizó más allá de lo institucional, al grado de la obsesión.
Fidel Herrera llegó a su tercer informe de labores con una popularidad real y muy alta, gracias a su estilo patrimonialista, populachero y abiertamente populista de ejercer el poder. Así que sentía que después de ese contundente triunfo en las urnas, podía hacer lo que quisiera. Era el centro de la actividad política de Veracruz.
Aunado a ello, al ser un panista el Presidente de la República (Felipe Calderón, para entonces), los gobernadores priistas se comportaban como señores feudales que no le rendían cuentas a nadie de sus actos y decisiones. Y si el Ejecutivo federal intentaba aplacarlos por sus trapacerías, la maquinaria del PRI se activaba para defender a sus “ínclitos” militantes, por lo que en Los Pinos optaron por dejar hacer y dejar pasar.
Así que el terreno era propicio para que Herrera Beltrán se diera a la tarea de escoger y preparar un sucesor, y la decisión recayó sobre su secretario de Finanzas y Planeación, Javier Duarte de Ochoa, integrante del grupo de jóvenes que se formó políticamente al lado de Fidel.
Quien haya vivido en Veracruz en esos años recordará cómo empezó a promoverse fuertemente en los medios la imagen del secretario Duarte, ante la mirada atónita de los priistas más viejos, que no se atrevían a oponerse abiertamente ante lo que consideraban un “agandalle”, pues muchos de ellos llevaban muchos años, una vida entera, en la talacha partidista, a diferencia del joven funcionario.
Contra viento y marea, Fidel Herrera hizo sentir a sus opositores que tenía el “pinche poder en la mano”, e hizo a Javier Duarte primero diputado federal (para abrir el candado estatutario de haber ejercido un cargo de elección popular), y después candidato a Gobernador, con los resultados por todos conocidos: una victoria apretada sobre el neopanista Miguel Ángel Yunes Linares, pero victoria al fin.
Un sexenio después, Javier Duarte de Ochoa llegó a su tercer informe tras una victoria cómoda de los candidatos del PRI en las elecciones locales intermedias, y con la mayoría en el Congreso que le permitirá sacar sin mayor contratiempo los temas legislativos que le plazcan.
Y siguiendo la misma escuela de su maestro, parece que el gobernador Duarte ya tiene a su favorito para sucederlo: el secretario de Desarrollo Social estatal Alberto Silva Ramos, a quien desde ahora se promueve con todo desde las oficinas de comunicación social, en los medios, las redes sociales y entre los sectores priistas.
Sólo que hay algunas diferencias entre lo que sucedía entonces y lo que pasa ahora. La principal, que en Los Pinos gobierna un priista (al que también le gusta tener “el pinche poder en la mano”), y que será ahí y no en el palacio de gobierno de Veracruz donde se tome la decisión sobre quién será el abanderado tricolor a la gubernatura en 2016.
Una diferencia sustancial.
Réplica de la UV
El pasado viernes, la entrega de la “Rúbrica” titulada “UV: se termina el periodo de gracia”, abordó las quejas de un sector de la comunidad universitaria respecto de algunas decisiones tomadas por la nueva administración, que encabeza la rectora Sara Ladrón de Guevara.
Al respecto, el director general de Comunicación Universitaria, Raciel D. Martínez Gómez, me hizo llegar una misiva en la que buscan hacer precisiones sobre lo publicado, y que reproduzco íntegra.
“Estimado Aurelio, antes que nada te manifiesto mis respetos en tu calidad de profesional del periodismo.
“El motivo para escribirte es aclarar dos puntos de la información que manejas en tu columna intitulada “UV: se termina el periodo de gracia”. En primer término, la Rectoría afirma que las remociones se han hecho conforme a los tiempos que cumplen los funcionarios como tales. Por tanto, los cambios se han realizado de forma regular atendiendo la normativa universitaria.
“Como un segundo aspecto, las autoridades universitarias desmienten cualquier posibilidad de conflicto en la Dirección General de Vinculación. Lo que ha ocurrido con el Centro de Estudios de Género, es que se les está habilitando un espacio adecuado para sus funciones. De ninguna forma se trata de una expresión de hostigamiento laboral. Inclusive, en el caso específico del Centro de Estudios de Género, se trata de una línea académica compatible y pertinente al discurso estratégico de la actual administración.
“Sin más que decir al respecto, aprovecho para reiterarte mi respeto y agradezco tus ideas, que con esa lectura política que te distingue, seguro serán de provecho para nosotros que orientamos el curso informativo de la vida universitaria en periodo de gracia y en plena faena.
“Un abrazo Aurelio, nos vemos pronto”.
Servidos.
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