Mucho ruido y pocas nueces en transparencia y rendición de cuentas

  • Rodolfo Ruiz R.

Uno de los grandes pendientes del presidente Enrique Peña Nieto y la partidocracia mexicana es el tema de la transparencia y la rendición de cuentas, más allá del discurso.

La Presidencia, por un lado, no ha rendido el informe de austeridad que desde marzo debió presentar en términos de la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, con el compromiso de realizar ahorros equivalentes al 5 por ciento de su gasto corriente.

Los senadores, por su parte, juegan al gato y al ratón con las millonarias partidas que reciben a través de sus bancadas. Por un lado promueven iniciativas para transparentarlas y hacerlas públicas pero, por otro, se valen de cualquier subterfugio legal o administrativo para mantenerlas bajo reserva o en la peor de las opacidades.

Y los diputados federales salientes pretenden autoasignarse para el 2014 en que dejarán sus curules un bono de desempeño por un millón  de pesos, independiente de los recursos que recibirán por concepto de fondo de ahorro, aguinaldo proporcional y demás “subvenciones extraordinarias”, como la que recibieron hace unos días por haber sacado adelante el paquete de leyes de la Reforma Energética.

En lugar de llevar a cabo ahorros presupuestales y acciones concretas en materia de austeridad, los diputados y senadores del país no sólo gastan más cada año, sino de manera menos transparente, sobre todo tratándose de recursos destinados a sus grupos parlamentarios.

En 2006 las subvenciones recibidas por los senadores en su conjunto ascendieron a 335.4 millones de pesos, en 2009 subieron a 405.5 millones y en 2013 llegaron a 487.8 millones de pesos, sin que a la fecha se conozca en forma oficial y detallada a qué exactamente se aplicaron.

¿Cuántos de estos millones no habrán ido a parar a pachangas como las celebradas en enero pasado por el coordinador del grupo parlamentario del PAN en la Cámara de Diputados, Luis Alberto Villareal, y algunos de sus más allegados correligionarios?

¿Por qué los mexicanos tendríamos que pagar ese tipo de fiestecitas en exclusivas y lujosas mansiones de playa, con música de banda y sexoservicio incluido con exóticas bailarinas de table dance?

El presupuesto de egresos del Congreso de la Unión se ha elevado casi 30% en los últimos cuatro años. En 2010 su presupuesto autorizado fue de 9,550 millones de pesos, y el de 2014 asciende a 12,381 millones.

De esta última cantidad, 6,796 millones corresponden a la Cámara de Diputados, misma que en 2015 pretende aumentar su presupuesto a 8,821 millones, es decir en un 30 por ciento, con el propósito de incluir ahí un bono de 1 millón para cada uno de los 500 legisladores que la integran.

De las partidas o subvenciones etiquetadas para los grupos parlamentarios de la Cámara de Diputados poco se sabe, salvo que éstas nunca son menores a las del ejercicio anterior.

En el periodo de marzo de 2010 a febrero de 2011 tales partidas sumaron 728.6 millones de pesos, según la investigadora del CIDE María Amparo Casar Pérez en su investigación ¿Cómo y cuánto gasta la Cámara de Diputados?

¿A cuánto subirán estos opacos recursos en el presupuesto de 2015?

Los enterados aseguran que estos ya alcanzan los 1,000 millones, pero que nadie a ciencia cierta sabe a qué se aplican con todo y que el 7 de febrero el presidente Peña Nieto promulgó la reforma constitucional en materia de transparencia, por la cual todas las fracciones parlamentarias deberían informar del uso y destino de estas partidas.

En fin: mucho ruido y pocas nueces en transparencia y rendición de cuentas.

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