¡Que conste,....son reflexiones!
- Sócrates A. Campos Lemus
No se piense que somos discriminadores, espantados, persignados, mochos , no, simplemente, cuando contamos algunas historias, es porque así nos llegan y son dignas para reflexionar en sus conclusiones, es una forma de analizar el mundo y la vida y poder obtener algunas conclusiones que nos sirvan. Ya sabemos que el famoso REY SALOMÒN, además de inmensamente rico y poderoso era un sabio y dio muestras de ello, cuando, cuentan las historias, un buen día se le aparecía Jehová en sueños y le decía: solicítame lo que quieras, que te lo voy a conceder” y en vez de alocarse, de pedir inmortalidad, derrota para sus enemigos, riquezas inmensas, poder absoluto como ahora vemos a muchos gobernadores y políticos, reflexionaba. Pocos reflexionamos antes de hablar, es un buen método para no regarla, dicen en mi pueblo, y le contestó a Jehová: “Señor soy muy joven y a mi familia nos llenas de alegría y sabemos servirte con lealtad y eficiencia, como soy muy joven y tengo que guiar a mi pueblo, te ruego que me concedas SABIDURÌA” .
Ante tal respuesta ,Jehová, que supuestamente todo lo sabe, le agradó mucho y le dijo: “claro, te concederé Sabiduría y como no me solicitaste las tonterías que siempre piden, en poder, riquezas, eliminación de enemigos, mujeres, inmortalidad, además de esa sabiduría ,te concederé ser poderoso e inmensamente rico. Así que cuando Salomón, decía algunas cosas, debemos entender que contaba con la aprobación del “alto mando”. Pues bien, la historia es ésta:
“Sucedió en el año 950 ac. – ya sabemos que para dar credibilidad a las historias, los historiadores o los contadores de historias, nos dan fechas precisas y ni modo de alegarles, así que sostienen que, en el Palacio del Rey Salomón, que debe haber impresionado a todos por su riqueza, se presentó uno de sus ayudantes, achichincles, lame botas,.. y le dijo: Majestad, estos dos hombres requieren vuestra autorización para unirse en matrimonio –como vemos, la cultura gay y las preferencias sexuales, no son de los tiempos modernos. Salomón, contestó: “Matrimonio?”. Aquel consorcio derivado del vocablo que los romanos inventaran en el futuro para referirse a la “madre”?. El achichincle que debería ser una especie de burócrata, contestaba, para no errar: “No sé, Majestad. Vuestra Alteza es el sabio aquí. Cierto, cierto”, Ya sabemos que los achichincles son arrastrados y no quieren contradecir ni decir la verdad al poderoso, también esa costumbrita vemos, viene de hace muchos años… y continuo Salomón: “NO quedarán satisfechos con solo un documento reconociendo su unión civil?”. El burócrata que, seguramente, ya había sido sobornado, declaraba, solemnemente: “No, Majestad. Ellos quieren un matrimonio y que sea celebrado en el templo”.
Salomón, que era muy listo como ya sabemos y a lo mejor conociendo que el burócrata ya había cobrado su mordida, le ordenó: “Entiendo. Hagan lo siguiente: pónganlos en cautiverio, si ellos consiguen reproducirse, libérenlos y atendería su petición”. El asistente de Salomón, bajando la cabeza, aceptaba que ya no había forma de convencer a Salomón y le dijo: “Si, Vuestra Majestad”…
La otra pequeña historia me la manda mi hija Tania que sabe de mi poca paciencia, tal vez para que reflexione sobre el tema. “Reflexionemos por unos instantes que somos unos sencillos agricultores japoneses. Una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono, riego y paciencia. Claro, no hay forma de que con gritos los sembrado aflore y de frutos, todo a su tiempo. Cuando siembra bambú, hay algo que deben saber, deben ser cariñosos con la semilla y tener mucha paciencia ya que al sembrarlo no sucede nada. No pasa nada con la semilla hasta después de los SIETE AÑOS. Si no tienen el conocimiento, la atención y la paciencia no verán los frutos de su siembra, porque al séptimo año, en un corto lapso de seis semanas, la planta de bambú crece más de 30 metros. Así que no se puede decir que las plantas crecen en seis semanas, sino en siete años seis semanas. En esos siete años ,las plantas estaban generando un complejo sistema de raíces para sostener su crecimiento. Así que debemos aprender que, en la vida cotidiana, muchos tratamos de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que este requiere tiempo. Por ello, cuando se apresuran y no son pacientes buscando resultados a corto plazo, abandonan la tarea y no recogen los frutos de su siembra. Hay ocasiones en que pensamos que no resolvemos ni vemos frutos, y nos frustramos, olvidamos que dentro de nosotros está sucediendo lo que al bambú con sus raíces por lo que debemos tener gran paciencia. Como los agricultores japoneses que siembran el bambú…