¡Que conste, ...son reflexiones!

  • Sócrates A. Campos Lemus

      En ocasiones, al viajar por carretera, le permite a uno venir reflexionando sobre muchas cosas de la vida, podemos observar los cambios en el paisaje, ver los modos de destrucción de la tierra, su recuperación, ver las plantas y a veces algunos animales, sobre todo, como van cambiando las cosas con las distancias y las alturas, con el sol o la lluvia, con los pájaros tratando de salir de lo cotidiano, en fin, reflexionar no es sencillo, en ocasiones nos llena de dolor, nos damos cuenta de lo inútiles que somos, lo viejo, lo crueles, lo idiota, los violento, lo poco amoroso, nos damos cuenta pues de lo que somos, y en ocasiones, nos guste o no, tenemos que pensar en qué es lo que hacemos y cómo queremos y querer a los que en verdad amamos, y esos tiempos de soledad y de silencio, de estar con uno, son buenos para el alma, pero más para entender y cambiar nuestro comportamiento.
         El día de hoy, mi estimado amigo, Mario Mejía, me enviaba, en ese tiempo de viaje, un WhatsApp: “Una niña tenía dos manzanas en su mano. Su mamá se le acercó y le preguntó a su hija si le daría una manzana.”
         “La niña rápidamente mordió una y luego la otra, la madre sintió cómo se le congeló la sonrisa y trató de no mostrar su reacción.”
         “Pero la niña le pasa una de las manzanas y le dice: “Toma mamá, esta es la más dulce”
         “No importa cuánta experiencia o conocimiento crees que tienes, nunca hagas juicios. Ofrécele al otro la oportunidad de dar una explicación. Lo que percibes puede no ser la realidad”.
         Y bueno ¿cuántas veces hemos puesto las reacciones emocionales antes de la paciencia y poder entender lo que está sucediendo con los otros o con nosotros mismos?  La realidad es que los tiempos modernos nos incluyen eso de que estamos muy ocupados, profundamente ocupados y actuamos y actuamos, pero no pensamos ni reflexionamos. Los padres jamás quieren escuchar a los hijos bajo el pretexto de que estamos muy ocupados, que hay mucho quehacer.  A los propios niños se les impide tener un tiempo para ellos, se le llena de actividades: las tareas, la escuela, la escuela de idiomas, la escuela de baile, la de computación, la del ejercicio, en fin, no cuentan ya con el tiempo para salir a dar la vuelta con los otros niños o jóvenes y salir a jugar la pelota y ensuciarse como lo hicimos nosotros con los amigos, huir a tomar el café o platicar boberías y chismear como cualquier otro, en fin, les quitamos los tiempos de ser y del estar con ellos y con los que aman; comen y se paran disparados para ir a la escuela o dejar tiempo para hacer la tarea, consultar el internet, no leer los libros ni platicar las historias de los padres y de los viejos, ya nadie cuenta historias en las comidas ni hay sobre mesa, todos llegan con diferentes tiempos y cada uno a lo suyo, a consultar sus correos o llamadas o responder con mecanismos insultantes, contar chistes y pasar chismes sin pensar en los demás, en fin, los tiempos, no nos permiten ni siquiera evitar que cuando estamos juntos, los pocos tiempos de estar juntos, dejemos los instrumentos y los teléfonos para poder charlar con los que estamos, contar las historias y reír, reír mucho, porque cuando hay buenas historias se ríe uno mucho, parecen babosadas, pero son babosadas deliciosas que por la tecnología y nuestra negligencia nos perdemos cada día.
         Algunos teóricos de los tiempos nuevos dicen que, por desgracia, se nos ha olvidado que somos “seres” humanos y no “haceres” humanos. Ya nadie tiene conversaciones, por ejemplo, el día viernes por la mañana, tuve una larga charla con un buen ser humano que está en problemas políticos en Oaxaca, ahí se abrió a platicar de todo, de su vida, de su profesión, de sus experiencias políticas, de los tiempos de estudiante en el extranjero con sus hijos, de sus nuevos tiempos y de lo que en verdad siente cuando no puede resolver los problemas políticos que se generan sin razón, por las ambiciones de unos cuántos y por esa pelea diaria del poder en el poder, para ver quién tiene mayor fuerza o quién puede doblegar más a los demás, no importando que se lastimen a miles de derechohabientes y que muchos seres humanos no sean atendidos en su salud o en su educación. Cuando uno puede hablar y platicar con el otro y sentir, sabemos que podemos encontrar caminos de solución a muchos de los problemas y conflictos, y por esa razón entendí que, en mi profesión, más que en otras profesiones, es vital poder comentar y hablar con los otros, para darnos esa segunda oportunidad de entender lo que son y lo que deben ser… así que, esa historia de la niña de las manzanas, es una buena muestra de la necesidad, vital, de platicar entre nosotros….