¡Que conste,... son reflexiones!

  • Sócrates A. Campos Lemus

   UNO DE MIS QUERIDOS COMPADRES, QUE TENGO ALGUNOS, me comentaba que en Ayotzinapa, Guerrero, desde tiempo atrás, vivía un anciano curita de pueblo que se llevaba con todos, no solamente con los del pueblo que es normal, también entendía las relaciones que se deben mantener para conservar la cabeza en su lugar y trataba con todos los grupos que operaban, incluyendo a los policías, miembros del ejército, la CIA, DEA y todas las corporaciones que se mantienen o mantienen a sus jefes, con las cuotas de protección que les dan o les pagan los malandrines o grupos que controlan el tráfico, producción, distribución y traslado de la heroína negra a los Estados Unidos, desde que el famoso triángulo dorado, conformado por Durango-Sinaloa y Chihuahua dejó de operar como el gran productor y desde que Afganistán y otros países, donde los gringos han propiciado las guerras, ya no son tan productivos de este material que es tan necesario en las calle norteamericanas y que es el que genera las ganancias, con la cocaína, marihuana y drogas sintéticas, que aceitan la poderosa maquinaria financiera que tiene jodidos a todos los países del mundo.
         Con el escándalo donde desaparecen a 43 estudiantes normalistas, las fuerzas del “orden” al lado de los políticos ligados a la estructura del narcotráfico, para que en el paso de los días se encuentren, no a los 43, pero sí 89 cadáveres en diferentes tumbas, que nos dan una idea de cómo está el territorio nacional, desde que los panteones no son suficientes, la realidad es que la operación y la operatividad de las fuerzas del orden, de los narcoempresarios y narcobanqueros ligados con los grupos de la narcopolítica nacional,  deterioraron la imagen de los políticos y funcionarios y todos, querían con el curita de Ayotzinapa. En tales condiciones los grupos de relaciones públicas del gobierno federal y los de los grupos de empresarios, banqueros, y agentes internacionales, buscaban la forma de cambiar el deterioro de la imagen de los dos hombres fuertes del país: Enrique Peña Nieto y Luis Videgaray, y por tal motivo, no dejaban de tratar, incluso, con el pendejo del gobernador interino de Guerrero buscando esa relación con el curita de pueblo de Ayotzinapa, que lo mismo bautizaba a hijos de políticos que a hijos de narcoempresarios, casaba con o sin casamiento civil y con o sin el permiso de los padres, siempre y cuando existiera el permiso de los DONES, los verdaderos hombres fuertes que son los que controlan a “sangre y fuego” la región y su producción  y traslado hasta Estados Unidos de los grandes cargamentos de drogas y armas o dinero…. En fin, el curita, era pieza importante para dar la versión de que en Ayotzinapa las cosas pueden ser mejores, si se cuenta con la “bendición del señor”, y no del “Señor de los cielos” que el Señor tenga en su santa gloria, sino con el que en realidad controla desde la CIA, la región. Pero en esas estaban los publirrelacionistas del gabinete y de los grupos empresariales para brindarle en charola de plata la cabeza del curita, cuando se enteraron que este, estaba a punto de entregar las cuentas al señor, el de verdad, no el que controla las actividades monetarias de más de 17 mil millones de dólares que es lo que representa la cosecha de heroína negra de esa región.
         Así, recurriendo a los obispos, arzobispos, curas, agentes, financieros, mafiosos, agentes de la CIA o de la DEA, querían que antes de que entregara el equipo el curita, recibiera y diera la bendición a los dos hombres que tenían por casa de la chingada su prestigio y credibilidad, pero el curita, un día andaba bien y otro del carajo con tanto problema, pero con algo de lucidez, porque, como curita de pueblo chico, sabía sortear las grillas del infierno grande.
         Un buen día se le ilumino la razón ya que le habían llegado a decir que se le buscaba por todos los grupos para que hiciera el favor de recibir a los dos grandes del país, al actual presidente y al que todos creían sería el próximo chinguetas: Enrique y Luis, así que, no siendo pendejo, el curita dijo que sí los recibiría, y para ello mando pedir algunos milloncejos para los cuates y familiares de los desaparecidos y algunos más para sus familiares, lo que fue aceptado.
         Al llegar los don Chinguetas al lado del curita moribundo, los dos le pidieron que dijera algunas palabras para sanar la desconfianza del país en su contra, y el curita de Ayotzinapa les dijo: “cada uno de ustedes, antes de morirme, tómenme de cada mano, uno a la derecha y el otro a la izquierda. Cuando le preguntaron la razón de tal acto que ellos consideraban mágico y sublime, el curita del pueblo les dijo: “Quiero morir como el Señor, no en la cruz porque la he cargado en mi vida, pero cuando menos, quiero morir, al lado de dos ladrones…” y todos, pidieron la bendición…