Del tapado, dedazo, fiel de la balanza, al corcholatazo.

  • Jorge E. Franco Jiménez

 

En este mes de julio del 2021 el Gobierno de la República mostró, en el mensaje del Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, la orientación de la transformación al  dar el corcholatazo de salida, en la anticipada carrera por la sucesión presidencial, a los aspirantes hasta hoy visibles del partido Morena, sumado con las espontáneas muestras de simpatía en favor de la gobernadora de la ciudad de México Claudia Sheinbaum en eventos masivos y la declaración en paralelo de Marcelo Ebrard, como personajes relevantes en la política concerniente con la pandemia, la primera con un amplio programa de vacunación y el segundo con la obtención de las vacunas.

Se mencionan a diversos actores políticos de menor presencia en esta primera etapa a la que se irán agregando y descartando otras y otros en el claro juego de lo llamado por el presidente el corcholatazo que desde luego se adjudicó como facultad propia no comprendida en la Constitución formal, pero si en la moral que lo rige, como acción innovadora de las prácticas en ese interesante proceso de selección que hacen las corrientes interesadas y decide el que pone las corcholatas a los envases que, con seguridad, de acuerdo a su mensaje y lo que de el se interpreta, esta fabricando para imprimir la que llevará el nombre del afortunado.

En el diccionario y en las crónicas se señala que el dedazo se utilizó a manera de crítica para dar a entender que un político o servidor público designa a su sucesor o colaborador sin seguir ningún proceso público o democrático de selección. El término se deriva del ademán de señalar con el dedo cuando se elige a alguien se agrega que el sinónimo es la dedocracia que surge de la fusión de dedo y democracia.

Mencionan que en la sociedad mexicana, las clases populares usaron el término como una forma popular de burla y protesta hacia los políticos mexicanos y las características autoritarias del régimen surgido del Partido Revolucionario Institucional que gobernó México desde 1928 hasta el año 2000. El dedazo mayor se realizaba cada seis años, cuando el presidente saliente elegía a su sucesor, hasta la fecha recurrente en el sistema político mexicano

Como dato aparece que desde septiembre 1981 Emilio Gamboa Patrón participó en los procesos internos de elección de candidatos tricolores a la Presidencia como fue el caso del titular de Programación y Presupuesto (SPP) Miguel de la Madrid que de acuerdo a su equipo compacto fue el tercero en informarle sobre la decisión tomada en julio del mismo año por el Fiel de la Balanza José López Portillo. Seis años atrás conoció el destape que el presidente Luis Echeverría al término de una gira por Morelos en abril 1975, formalizó su secretario de Recursos Hidráulicos Leandro Rovirosa Wade de siete candidatos para la sucesión.

En otro artículo se cita que la figura del tapado surge con motivo de la propaganda en favor de una marca de cigarros, en la época de una elección de candidato presidencial, propaganda que indicaba que el tapado, aspirante con capucha, fumaba esos cigarros lo que efectivamente coincidió con la designación de Adolfo López Mateos que tenía esa afición. Los datos confirman otros trabajos que el “mecanismo del tapado y el dedazo funcionó puntualmente en las sucesiones del propio López Mateos a Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), de éste a Luis Echeverría Álvarez (1970.1976), de éste a José López Portillo (1976-1982), de éste a Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) y de éste a Carlos Salinas de Gortari (1988-1994). Durante tres décadas el tema de El tapado, parte sustancial del folclor político mexicano fue motivo de chascarrillos y conjeturas sin cuento, así como de apuestas y quinielas en cantinas y tertulias.” (Francisco Ortiz Pinchetti de Tapados, Pasarelas y Corcholatazos).

Es difícil saber cómo definir corcholatazo, pues para unos es lo mismo que el dedazo en política, designar al sucesor, sin embargo, de acuerdo a la forma en que el presidente López Obrador envía sus mensajes puede entenderse o interpretarse de maneras diversas, como golpear a alguien con una corcholata, tapón de una botella que. transferida a la selección del aspirante, puede entenderse como una forma de ir descartando a los que no le parezcan adecuados para su pretensión de mantener en el próximo gobierno, su programa “transformador”; de acuerdo con ello el corcholatazo puede ser un periodo difícil de golpes    políticos, para finalmente usar el dedo, como fiel de la balanza de la pasarela adelantada.

En este contexto de Corcholatazos políticos, resalta la figura de Ricardo Monreal que ya anunció que su nombre estará en la boleta presidencial con morena o de no recibir el corcholatazo positivo de quien los maquila,  es posible que, de conforme a su experiencia para alcanzar la gubernatura de Zacatecas, utilice la misma estrategia con sus aliados de siempre y en ese sentido no olvidemos tiene los nexos para impulsar su candidatura en otras corrientes diversas a morena que incluyen al PRI y al PRD.

Desde luego no hay que descartar al tapado o tapada que surjan de la batalla de Corcholatazos que se avecina. Cambio de palabras con los mismos efectos y siguiendo la fórmula de que en política la forma es fondo, el dedo presidencial sigue siendo el mismo, pero con forma transformada de título.

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