El voto ciudadano encapsulado. El mañoso sistema electoral de elección de gobernador

  • Jorge E. Franco Jiménez

La actividad de los partidos coaligados para competir con un candidato común a gobernador del estado mostraron solo ser instrumentos de simulación que deforman el cumplimiento de lo que les impone hacer a los partidos políticos la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos como entidades de interés público que es promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo, así como las reglas para garantizar la paridad entre los géneros, en candidaturas a legisladores federales y locales.

Un ejemplo es el hemos presenciado respecto de la coalición que formaron el Partido de la Revolución Democrática, Acción Nacional y el del Trabajo que solo se utilizó para enmascarar una ficticia realidad sustentada en el acuerdo previo de los precandidatos principales que, al margen de la actitud posterior a la decisión de la Convención adoptada por el Senador Benjamín Robles, mostro su verdadero rostro  de los partidos,  en este caso el del Trabajo que suscribió un convenio de coalición que tenía como propósito efectivo debilitar el pacto en el momento oportuno, como ocurrió.

La estrategia es burda, pues el Partido del Trabajo, como otros, en Oaxaca, ha servido con eficacia a fines ajenos a los que constituye su función política de promotor y  facilitador de la participación política del ciudadano, exponiendo el verdadero semblante de estos institutos dentro del sistema multipartidista en México, que es el ser herramientas de manipulación de los  Partidos que les proporcionan en paralelo  el financiamiento adicional y favores para  mantener su labor de esquiroles, subsistir y gozar de los fondos electorales.

El sistema electoral en Oaxaca como instrumento democrático está contaminado como sucede en otras instituciones públicas por la práctica de la corrupción y la deshonestidad que cubre este tipo de actos que disfrazan este proceso para aparentar que se alcanzó   el objetivo de ese sistema, que es tutelar y garantizar el respeto a la decisión contenida en el voto libre del ciudadano e imprimirle sentido y efectividad a las legítimas aspiraciones del pueblo de Oaxaca. Este objetivo por un largo periodo ha sido burlado.

Al margen de los vicios que afectan a un gran número dependencias y entidades de la administración pública los actos de corrupción y saqueo del erario público se han incrementado en cada periodo de gobierno sin que haya sido posible atemperar sus nocivos efectos, convirtiéndose en una epidemia que se propaga y agudiza al interior de los partidos que se venden al mejor postor y conjuntamente con los candidatos, comprometen a futuro las parcelas del poder "soberano" de la voluntad del pueblo. No nos hemos preocupado y ocupado de crear un antídoto eficaz para combatir ese mal.

Esta realidad nos incrusta en la simulación electoral. En principio optamos por el poder  hegemónico de un partido el Revolucionario Institucional, que actuaba en el entorno  reconocido y aceptado de la voluntad del presidente en turno frente a una mínima oposición; ese entorno se ha ido transformando distribuyendo en la apariencia esa voluntad unipersonal en los grupos políticos y económicos de influencia que mediante reformas constitucionales y legales lo han enmascarado como expresión de apertura y avance democrático, propiciando la multiplicación de opciones para ubicar la inconformidad en el unipartidismo; en el ejercicio del poder hegemónico ahora funciona repartido en varios institutos políticos que funcionan como satélites.

La comprobación de esta hipótesis está a la vista en este proceso electoral, pues no se puede negar que está funcionando con eficacia para simular el ejercicio democrático de elecciones y del voto libre y secreto. Los ciudadanos Oaxaqueños, estamos encapsulados en ese sistema que a semejanza del embudo, muestra una amplia puerta a la participación para acceder a un cargo de elección, pero que para ello sitúa al pretendiente en la parte estrecha, por la que solo acceden  los que tienen el privilegio de tener el soporte oficial, o en los casos de insurrección tiene los fondos necesarios para adquirir su propio embudo como está pasa en el PRD y Benjamín Robles.

La opción del voto ciudadano en Oaxaca, se reduce a dos candidaturas electoralmente viables, la de Alejandro Murat Hinojosa y la de José Antonio Estefan Garfias. Salomón Jara representa la posibilidad de crecimiento del sufragio en el Estado para el anunciado candidato a la Presidencia de la Republica de Morena, Andrés Manuel López Obrador, esa es la finalidad no hacerlo gobernador; El Senador con licencia Benjamín Robles, se desdibujó ante el electorado con la actitud que adoptó al no obtener la candidatura del PRD PAN, que lo situó como un riesgo de colapso para Oaxaca.

Un factor de impacto electoral que ha surgido en este asunto es la posición estratégica en que se ha situado el Gobernador Gabino Cue como Coordinador de la Conago que seguramente le permitirá reforzar su calidad de elector oculto que caracteriza a estos procesos para que en un momento de crisis jurídica electoral, esté en la posibilidad de influir en la orientación de la elección de gobernador, e incluso de Presidente Municipal de Oaxaca de Juárez.

La elección de Gobernador está sujeta a la especulación al interior de los partidos dominantes en los que principian las muestras de insatisfacción en la determinación de candidatos a presidentes municipales o diputados que incentiva la migración de sufragios a tendencias contrarias al instituto que pertenecen los inconformes para vengar la afrenta a sus pretensiones políticas, lo que se ha constituido como una práctica adoptada por los usos y costumbres electorales que en la pasada elección de Gobernador reveló ser un sólido y fuerte músculo, para satisfacer el ánimo de los insurrectos.

 Ese trecho es el peligroso para el Revolucionario Institucional que ya lo vivió y que debe ser aprovechado en este momento como experiencia para minimizar a las huestes resentidas y sacrificar aquellas posiciones que impliquen un daño menor a la imagen de Alejandro Murat Hinojosa como candidato a gobernador y la consecuente pérdida importante de sufragios a pesar del financiamiento y estructura de que dispone, la cual puede descarrilarse.

 A pesar de este complejo panorama para los partidos y candidatos la opción  del votante  es una, confiar en que el voto razonado, se sustente en una campaña de propuesta de acciones efectivas por parte de los aspirantes, sectores sociales para que conjuntamente impulsen una reestructuración del poder ejecutivo que le imprima equilibrio y vinculación con la ciudadanía en cuanto al manejo de los ingresos y gastos públicos que convierta la transparencia en una realidad tangible; que impulse la del aparato de administración de justicia para que sus servicios se apeguen a la racionalidad y eviten la dispersión judicial y la incertidumbre jurídica; y la del poder legislativo para que se ocupe de crear instrumentos que faciliten que ciudadano intervenga oportunamente en el procedimiento de reformas constitucionales y legales.

El desafío del próximo gobernador, será legitimar el ejercicio de su cargo, con acciones que demuestren un cambio radical en la forma de ejercer el poder y los fondos públicos, acompañadas de la reestructuración de los cimientos de los tres poderes.

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