El capital extranjero y sus consecuencias

  • Carlos Noé Sánchez Rodríguez

    En reiteradas ocasiones el gobierno del estado se ha congratulado por la llegada de inversiones empresariales a Tlaxcala,  producto, según dice, de una agresiva campaña para atraer capitales privados. Sin embargo con esta situación hay razón de que uno de los más graves problemas de Tlaxcala sigue siendo el desempleo, sobre todo si no se crean plazas formales que garanticen a los obreros buenas condiciones de trabajo, que les otorguen las prestaciones de Ley, que aunque bastante erosionadas, todavía le dan un respiro importante a las deterioradas condiciones en que sobrevive las familias obreras.

          Sin embargo esta política de atracción de capitales, sobre todo extranjeros, tiene varios problemas que en las actuales circunstancias vienen agravar la situación social y económica de la sociedad en su conjunto, entre ellos están cuestiones que el propio gobierno y sus instituciones se convierten en los defensores más férreos de los empresarios en contra de los obreros, y en contra del pueblo entero. Primero, el Estado privilegia  los apoyos a las empresas, así tenemos que les consigue terrenos accesibles y baratos producto de la expropiación de terrenos a los ejidatarios con precios debajo de su valor real si consideramos que es el único patrimonio de un ejidatario. Segundo, les construye a veces sin aportación alguna de las empresas servicios como carreteras, electricidad, drenajes para sus desechos, en contrapartida la obra pública en los lugares más aislados y marginados es muy poca en comparación  de las necesidades de la población más vulnerable. Tercero, les admite la depredación de los recursos naturales como el agua potable y los  recursos minerales, en detrimento de las poblaciones enteras. Cuarto, les permite el deshecho de sus excretas, algunas veces con contaminantes incluso peligrosos para la vida humana, con una legislación laxa en grave perjuicio para la salud de la población. Quinto, les cobran los impuestos a voluntad de los empresarios, pues ellos son los que declaran sus propias ganancias, y más de las veces se sabe bien que el fisco es bastante blando con ellos,  dejándoles la mayor parte de la carga fiscal a los trabajadores. Sexto, la preparación de, la mano de obra corre a mano del estado y del erario, y no a cargo de las empresas, por ello en los últimos tiempos han aparecido Cecyte, Cecatis, Cebtis, Institutos y universidades tecnológicas, cuyo objetivo es preparara la mano de obra eso si barata y competente   

           Pero quizá lo más grave es  que la política salarial en las leyes mexicanas y por ende las que se aplican localmente, está totalmente volcada a los intereses del capital, pues  los llamados salarios mínimos, son verdaderamente vergonzosos en relación a las necesidades del obrero, en tal forma que ni siquiera los salarios más altos de la elite obrera mejor pagada cubre las necesidades de una familia típica mexicana, menos aún el promedio de los salarios de los trabajadores. En cuanto a la ley laboral ni se diga, en la última reforma que en este rubro, le hicieron a la legislación los cambios a modo de que el capital hiciese lo que quiera con los intereses de los obreros, ahora los puede despedir más fácilmente, puede contratar a prueba, puede subcontratar otras empresas llamadas outsourcing, liberándose así de sus obligaciones para con sus empleados. Se ha desligado de las pensiones y jubilaciones dejándoselas a al seguro social y las afores, y está a punto de desligarse del seguro social. Muchas empresas evaden el reparto de utilidades o garantías como el aguinaldo  En fin un paraíso legal que permite a los empresarios gastar muy poco en la mano de obra.

          Y por último un tribunal totalmente de lado de los patrones, como son las Juntas de Conciliación y Arbitraje, cuya lentitud, opacidad y  corrupción han hecho de la justicia laboral una forma de contener los intereses legales de los trabajadores.

           Pero todo lo anterior ha producido hasta ahora las condiciones de pobreza y desempleo en que se encuentra el País entero y, ha generado la enorme desigualdad económica y como consecuencia la violencia, la corrupción y toda la problemática social y económica, por eso sería sano un cambio de política que urge para cambiar las condiciones en que se recibe la inversión extranjera de las empresas, no se trata desde luego de no traerlas, sino de pedirles que no hundan al País con sus pretensiones, pues sus niveles de ganancia son muy altos y bien pueden mejorar los salarios,  pagar más impuestos, contaminar menos, y respetar los derechos de los obreros, con ello lograran mejores niveles de productividad, y mejor entorno social para hacer negocios, de lo contrario se seguirá calentando, el horno del descontento social, que puede estallar con consecuencias que nadie quiere.