Los derechos humanos en la sociedad actual

  • Carlos Noé Sánchez Rodríguez

Hace algunos días la prensa de Tlaxcala dio a conocer que en un acto protocolario el Lic. Raúl Plasencia Villanueva, titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en México, dio un amplio reconocimiento al C. Gobernador del Estado de Tlaxcala por su trabajo emprendido a favor de los derechos humanos y que esto se reflejaba por la situación de los penales en Tlaxcala; sin embargo he escuchado por varios ciudadanos pertenecientes al pueblo trabajador, que es precisamente ahora, en la actualidad, cuando menos se respetan los derechos humanos, y que se ha hecho de estos una mera propaganda en favor de los gobernantes en turno.

Hace algunos cientos de años cuando una parte de la humanidad vivía en el sistema de servidumbre, sometidos por la aristocracia feudal, explotados brutalmente por la nobleza, exprimidos por la elite religiosa sin libertad de tránsito, de trabajo, de ideología, sin derechos políticos, sin futuro y sin esperanza, aparecieron en el horizonte grandes pensadores que empezaron a idear una sociedad donde le diera al ser humano mejores condiciones de vida, por primera vez se pensó en los derechos universales del hombre. Todos estos pensadores imaginaron un mundo mejor en donde se respetaría los derechos de los ciudadanos, así en 1789 en Francia, después de la Revolución victoriosa sobre la monarquía y la nobleza, se hizo pública la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, se hablaba entonces de los derechos a la libertad, al trabajo, a la libre expresión, a la fraternidad, a la igualdad, en fin a una vida digna etc. Al poco tiempo la sociedad europea se encontró, no con lo que había soñado, sino con el sistema de libre mercado impulsado por una clase empresarial que había tomado el poder político completo, esto había dado como resultado una sociedad donde la riqueza se acumulaba en unas cuantas manos, mientras los trabajadores, ahora obreros los que producían la riqueza, vivían en  peores condiciones  que cuando estaban encasillados en los feudos o en los reglados talleres artesanales,  la propiedad de los medios de producción  en manos de los dueños de las factorías conculcaron los derechos de sus trabajadores ocasionando condiciones infrahumanas de vida, así los derechos humanos quedaron totalmente relegados.

Si algo cambio la vida miserable de la clase trabajadora durante el siglo XIX y XX, no se debe a la buena voluntad de los estados y de las  clases empresariales, sino a la lucha intensa a veces y otras menos violentas, que los obreros  han dado en todo el mundo, logrando que los gobiernos de todos los países adoptaran poco a poco mejores condiciones de vida para toda la población, pero las clases gobernantes ambiciosas y egoístas desataron dos terribles guerras mundiales, cuyas consecuencias no han alcanzado todavía a asimilarse por la humanidad entera, todo esto trajo como consecuencia que se formara la Organización de las Naciones Unidas, que agrupa a casi todas las naciones del mundo y obligo en el año de 1948 a que se adoptaran por lo menos en el papel la llamada Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, documento que reúne un conjunto de normas y principios que le da al ciudadano garantías ante los poderes públicos, en sus artículos del 22 al 27 establecen los derechos económicos, sociales y culturales que entre otros declaran:

“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure así como a su familia la salud, el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la asistencia médica…” En el artículo 25 se establece que: “toda persona tiene derecho a la educación, debe ser gratuita al menos en la elemental…”

En la sociedad actual estamos muy lejos de que estos derechos del hombre se respeten, en México más de las cuatro quintas partes de la población ha sido catalogada como de pobreza, o sea que no tiene derecho a un nivel de vida adecuado, tiene gravísimas deficiencias en salud, vivienda digna y vestido, y más de una tercera parte de la población se encuentra en pobreza alimentaria, es decir, que no alcanza a cubrir al más elemental de sus derechos que es la alimentación. Basta leer la prensa que da a conocer la evaluaciones económicas y verificar que estos derechos no se reducen sino crecen,  si le echamos un vistazo al derecho al trabajo o al de educación la situación es igual o más grave, más de la mitad de los que trabajan no tienen derecho a las conquistas laborales logradas hace más de 100 años, la inmensa mayoría de los jóvenes mexicanos no tienen derecho a la educación superior por falta de recursos, o porque no hay cupo en las universidades, esta es la realidad actual.

La historia ha demostrado que los derechos humanos no se declaran, no se imponen, desde arriba, no necesitan un ombudsman que siempre estará acotado por la las autoridades obedientes al interés de los poderosos, los derechos humanos se ganan en batallas de todo tipo, que tendrán que dar los afectados, que en este caso es el pueblo pobre que carece de estos derechos, por ello resulta inútil una ley de derechos humanos que no puede ayudar ni respetar a los más desprotegidos.