Elecciones. democracia. candidatos independientes

  • Jorge E. Franco Jiménez

Ha concluido la etapa de la votación para elegir Diputados Federales en Oaxaca, con resultados que no se ajustaron a los pronósticos que anunciaban el triunfo de los candidatos del Partido Revolucionario Institucional en los Distritos de Tehuantepec, Tlaxiaco, Santa Lucía y Oaxaca, en los que ganaron los postulados por el Partido de la Revolución Democrática resaltando que, en el caso del Revolucionario Institucional, competían personalidades con trayectoria política en cargos públicos, como es el caso de Heliodoro Díaz Escarraga, Sofía Castro y Beatriz Rodríguez; en contraste, en Tuxtepec y Huajuapan de León ganaron sus candidatos, Yolanda Velasco y Amaro Cansino,  que se vaticinaba perderían.

Estas variables están sujetas a múltiples explicaciones que, esencialmente coinciden en las posibles causas que originaron que se perdieran esas posiciones, algunas de ellas señaladas como apoyo de aspirantes a gobernar este estado. Este proceso no logró justificarse como acto democrático, pues no selegitimó ante el pueblo, para este, solo es un acto formal, que carece de sustancia, ya que aprecia que no es una respuesta que  propicie una opción de gobernabilidad, avance, cambio o desarrollo, no solo para la nación, sino para el pueblo de Oaxaca.

Esta faceta negativa que transita en la mente de un gran número de mexicanos en la que estamos inmersos los oaxaqueños, se atribuye en gran medida a los Partidos Políticos, porque se despliegan, en el plano de una ficticia democracia que obstaculiza el acceso de los ciudadanos a los cargos públicos de elección, a través demedidas estatutarias que reducen el espacio de participación, con el reciclaje de candidaturas desgastadas y perdedoras, observando fielmente las prácticas del pasado con todos sus vicios, sin que las reformas constitucionales y legales las inhiban, pues la experiencia adquirida les permite implementar estrategias para justificar la forma y eludir el fondo que impone el propiciar la participación ciudadana.

La previsión y legalización de las candidaturas independientes en la Constitución ha atemperado el monopolio partidista, pero no lo logra aun corregir los vicios que han acumulado, primero en PRI y luego por imitación, las demás formaciones políticas, no obstante, en algo se avanza, con la elección de un gobernador que la jugó bajo esa figura, y de algún diputado, por lo que es de esperarse que estas experiencias se incrementen para ampliar la vía a la competencia electoral, que enfrente a los partidos una efectiva  voluntad ciudadana, que inhabilite lo negativo de las habilidades de los institutos políticos, que los ata con la anti democracia, el cacicazgo, la imposición, el arreglo, la venta de favores, cargos, contratos, despensas y acciones ilegales que persisten y que se utilizan para  mantener el control de la construcción legal del sistema electoral como su fuente de financiamiento.

La democracia electoral tiene un camino largo que recorrer, requiere de la vinculación entre la voluntad política de los que ejercen el poder, con los partidos y los ciudadanos arropados en las candidaturas independientes, para que se impulsen acciones que efectivamente faciliten la posibilidad de votar y ser votados e integrarse al ejercicio democrático del gobierno con la visión de mejorar la economía, opciones de trabajo, la salud, la educación, diseñando instrumentos que efectivamente garanticen y hagan tangible la igualdad de trato ante la ley, y la protección de los derechos humanos, sinlimitaciones, que solo han servido para eludir la responsabilidad oficial, mediante restricciones protectoras de actos arbitrarios.

Los partidos han extraviado el rumbo de su alta misión constitucional, para retomar la ruta de ser simples agencias de colocaciones, como facultad no escrita del jefe o cacique regional en los estados o el ejecutivo federal; los ejemplos son claros y se reflejan en cada una de las organizaciones políticas en donde se distribuyen periódicamente esos cargos de elección entre esposos, hermanos, hijos y los que llegan, como en Oaxaca, incluyendo a los sobrinos y sobrinas, arrebatándoles a otros su derecho a un trabajo digno. La lista en la administración local es de las más cargadas, me afirma un experto que se ha ocupado de ir armando la información sobre el tema.

Todo esto deriva del sistema que ha prevalecido, a pesar de las reformas constitucionales en materia electoral que en la forma, son un paradigma democrático, pero en la realidad operativa se conducen fuera de ella, apartándolas de su finalidad. Me remito para ello a lo que establece el artículo 41 de la Constitución respecto a los Partidos Políticos a los que les confiere personalidad como entidades de interés público con el carácter de intermediarios entre los ciudadanos y las instituciones.

Los Partidos Políticos, han incumplido su misión constitucional, mostrando sus debilidades ante la falta de una estructura que permita el desarrollo de la encomienda en el plano democrático, dominados por la escasa sensibilidad para reconocer muchos de los intereses sociales, lo que ha implicado que la competencia electoral cuyo cimiento es  la propuesta, la convierten en solo una acción incumplida, utilizada por la mercadotecnia que solo vende un producto que no cura, es decir que no colman el objetivo comunitario que persigue todo Estado democrático.

Han dejado de ser el conducto que promueva la participación del pueblo en la vida democrática, pues estrechan la ruta acceso a la integración de la representación nacional, al concentrar las decisiones para postular candidatos, como sucedió en Oaxaca; clausuran las posibilidades de los ciudadanos al ejercicio del derecho a la igualdad para votar y ser votados; han pervertido su labor educativa de fortalecer la democracia del ciudadano, función que utilizan para formar especialistas en comprar sufragios, construir estrategias para evadir la ley en los procesos, tanto de selección de candidatos, como en las jornadas de campaña y de emisión del voto.

Conjuntada esta deformación democrática, es improbable encauzar a los Gobiernos en el  campo democrático, cuando la base de su integración han sido estos entes políticos que transitan en contra de los objetivos y fines de ese objetivo, a pesar de la encomienda constitucional, con el agravante de que, en paralelo, se dilapidan grandes sumas del erario público para que lo lleve a cabo en su quehacer ordinario y en los procesos de elección, semejante a lo que sucede con el magisterio, al que se cubren sus salarios por no dar clases; ello nos ayuda a hacer entendible lo que hoy sucede en el país y en nuestro estado.

A pesar de los candados jurídicos quecercan este derecho, la Constitución en su artículo 35 confiere a los ciudadanos el de solicitar su registro de manera independiente, previo cumplimiento de los requisitos, condiciones y términos que determine la legislación de la materia,como medio para experimentar otras vías que mejoren la vida democrática en condiciones de seguridad, respecto y paz pública, pues de otra manera seguiremos padeciendo el rezago en los rubros esenciales, como son la educación, salud y se fortalecerá la  corrupción, el desorden y la impunidad. Es momento de hacer un lado aquellas reformas electorales que solo derivan de un discurso de avance democrático, mientras qué sustancialmente se hacen en función de la adaptación de las reglas del juego en favor de los intereses del gobierno en turno y de la hegemonía representada en pactos de las cúpulas de los partidos. El reto y la esperanza de los Oaxaqueños para la cercana postulación de candidato a gobernador, es jugar en la opción que permite votar y ser votado, en la cancha del pueblo, no de las facciones.

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