Democracia para las elecciones, no queda de otra

  • Carlos Noé Sánchez Rodríguez

  Es un sentir generalizado en el ciudadano común y corriente que las elecciones que se realizan en México no sirven para nada, las noticias de la corrupción generalizada en los presidentes municipales, diputados federales y estatales, funcionarios públicos y hasta gobernadores, dejan a los ciudadanos la experiencia que de nada vale votar y hasta participar en las campañas porque los candidatos muy poco cumplen sus promesas, y que la demagogia tiene ya sus límites.

            En efecto, casi todos los días los medios de comunicación dan cuenta de los gravísimos problemas en que se encuentra el país: los datos del desempleo, de la baja del crecimiento del llamado PIB, del aumento de la pobreza, las pérdidas del poder adquisitivo del salario etc.,  pero además una inmensa mayoría de ciudadanos ven día a día el ascenso de la violencia inaudita y bárbara que hay en algunos puntos de nuestra nación, o simplemente los robos, fraudes, la venta de la justicia, las mordidas, las relaciones de militantes de todos los partidos con los carteles del crimen organizado y la enorme corrupción que campea por todos lados, y sobre todo la impunidad que alienta a todos los que se enriquecen violando las leyes del llamado Estado de Derecho.

         En todos estos casos la respuesta espontánea de muchos ciudadanos ha sido la movilización y la protesta, mismas que se han incrementado en porcentajes altos en las principales ciudades del país, y en algunas movilizaciones se empiezan a observar actos de violencia que no nos lleva a ninguna parte, pues seguramente traerá como consecuencia la represión del estado. Ante tal panorama no queda más camino que el que marca las leyes que existen y cuyo respeto inflexible conducirá a una mejor sociedad: hacer válida la verdadera democracia y modificar la estructura del aparato polítco; pero para llegar a encontrar estas condiciones que permitan mejorar las situaciones existentes es necesario que funcionen correctamente las instituciones gubernamentales, que los distintos poderes cumplan con su trabajo, que los puestos políticos que intervienen como autoridades recaigan en hombres y mujeres sensibles, consientes, valientes  y preparados, esto se requiere sobre todo si se trata de crear otra sociedad que mejore la vida de los mexicanos y no sólo de políticos improvisados o de familias dinásticas que han acaparado el poder por décadas o de vividores de la política que arriban para mantener  grandes sueldos y hacer negocios al amparo del poder.

       Sin embargo actualmente el aparato político está diseñado para controlar la selección de candidatos, y la existencia de los partidos políticos está para determinar quiénes contienden en las elecciones, tomando casi siempre de referencia los recursos económicos de los que disponga el candidato o su influencia en el poder. De esta forma se termina estableciendo una nugatoria “auténtica democracia”, ya que los partidos políticos dominados por una  camarillas de individuos que carecen de las cualidades mencionadas y que responden a los intereses de los poderosos, eligen por el llamado dedazo a los posibles candidatos, presentando así a los electores a individuos cortados con la misma tijera, que son casi lo mismo en materia de defensa de los intereses de la clase que representan.

      Así, las formas de la democracia como garante de una vida social basada en un estado de derecho que pueda vivir pacíficamente, en donde la sociedad vaya cada vez más a una vida equilibrada, que le dé a todos los ciudadanos mejores condiciones de existencia material, que le ayude a desplegar las cualidades humanas, físicas y espirituales, en fin, que se vaya a una sociedad que en viva en paz y feliz, se alejan todavía más, ni el poderoso que vive en una isla lujosa pero en un mar de miseria, ni el desdichado que vive todos los días con hambre y que espera el mejor día para asaltar, para secuestrar o matar para comer, pueden estan satisfechos con sus modos de existencia.

      Urge entonces pasar al único  camino que la sociedad ha encontrado para progresar material y espiritualmente: la auténtica democracia; pero en esta nueva jornada electoral, los medios de comunicación dan noticias o especulan que los partidos políticos se preparan con más de lo mismo, y al ciudadano común y corriente sólo le tocará escoger los mismos perfiles con caras y nombres diferentes. No cabe duda que hace falta ya un partido del pueblo pobre y organizado, que haga cumplir lo que la política actual no hace y sobre todo, que haga válida la verdadera democracia, no hay otra.