¡Que conste,...son reflexiones!

  • Sócrates A. Campos Lemus

SIEMPRE QUE RECUERDO LA HISTORIA DE PAGANINI, el gran violinista, reflexiono sobre lo que nos depara la vida y el destino cuando llegamos al límite de las desgracias. Se cuenta que el maestro Paganini, tenía un gran don para tocar su violín, por esa razón, cada que se presentaba a una función nadie dejaba de intentar verle. Así, en una ocasión, en un de los teatros, cuando apareció la orquesta, la multitud, rugía de gusto, y cuando apareció el director, los aplausos llegaron a un gran nivel, pero cuando apareció, Paganini, la cosa sobró de alegría en la recepción.
Paganini, interpretaba una de las más bellas melodías y el público y la misma orquesta estaban asombrados de la forma en que arrancaba las notas, pero en un momento una de las cuerdas del violín se rompió, y la orquesta paró su interpretación, pero no la paró Paganini que siguió sacando una bella melodía de las cuerdas que quedaban en el violín. Poco después, la segunda cuerda se rompió, y la orquesta paró nuevamente esperando que el maestro arreglara el desperfecto, pero Paganini no paró, logró sacar las más bellas notas a su violín sin parar la interpretación; el público expectante y asombrado guardaba un silencio especial lleno de alegría ante tal espectáculo jamás visto. Poco después, se escuchó el rompimiento de la tercer cuerda y Paganini, en vez de parar se pulió con la única cuerda que tenía en su violín para demostrar la calidad y el talento que tenía y deleitó a su público que, al finalizar, rabiaba de gusto y aplaudía como nunca al genio y talento del maestro. Este momento de desgracia en donde el violín se fastidió, fue el gran momento para Paganini en su ascenso en el gusto del público.
         Y digo que me recuerda lo que debemos sacar como casta y valor para superar los malos ratos y las peores tragedias. Hace algunos meses, el destino nos jugaba malas pasadas y no podíamos concretar algunos negocios y tareas que nos encomendaron, y por tanto, la falta de recursos era espeluznante y trágica. Pero no perdimos la fe porque en el fondo sabíamos que, el último escalón de los malos momentos, es el primero de los buenos momentos de la vida.
         Así, una noche, recordando esta historia de Paganini, supe que siempre la vida nos deja una última cuerda de donde podemos sacar las más bellas melodías. Nada es fatal, siempre tenemos una o dos grandes segundas oportunidades si no perdemos el violín que es la meta ,ni la cuerda última que es la fe en uno mismo, así que, como de rayo, nos repusimos y vamos alcanzando metas que nos alegran los días y las noches y nos proporcionan los recursos para que nuestros seres queridos estén en mejores condiciones de ánimo y de vida. ¡Gracias Paganini, por tu valor y por tu lección!.
         Por eso debemos recordar que hay cinco clases de personas que debemos valorar: 1.- Las que se preocupan por ti. 2.- Las que te corrigen. 3.- Las que están en las buenas y en las malas. 4.- Las que te quieren bien y 5.- Las que te dicen la verdad. Y por eso, también, me causa gracia esto que vi apuntado en una cartulina en una calle llena de gente que no razonaba sobre el tema y que caminaban como zombis.: “Vivimos en un país raro: La clase obrera, no tiene obras. La clase media, no tiene medios y la clase alta, no tiene clase”. Y una linda caricatura que presenta un avión donde se supone va el presidente y éste, en el diálogo, dice: “¡Que miseria hay en el Brasil!. Y una voz le responde: “Señor Presidente, todavía no salimos de México”. Y un querido compadre, de esos que jamás faltan en la sopa de los artículos con su ingenio y brillante análisis, me dice: “La educación primaria en México, para hacerla democrática, la hicieron obligatoria, para hacerla popular la hicieron gratuita, pero para hacerla eficaz, eso, solo lo pueden hacer los maestros” y como van las cosas con la burocracia educativa y con la dirigencia sindical desangelada, torpe, corrupta del país, no hay para cuando se pueda arreglar, por ello, el maestro Chuayffet busca alcanzar un milagro de la virgencita de Guadalupe y manda al presidente a convenir con el Papa Francisco, para que realice otra visita a México y, después del futbol, sea un gran distractor de todas las grandes pentonterías que llevan en su sexenio y que así como van, no se les ve que tengan un arreglo, ni un parchecito,…. Tal vez, solamente, un milagrito salvaría la situación.
         Y no deben perder la esperanza los “burrócratas” del país, porque deben recordar la historia de Paganini y pensar en que el último escalón de la desgracia puede ser el primero de la abundancia y del éxito, siempre y cuando, no pierdan ni el violín ni la última cuerda… si no, quién sabe cómo les vaya en el presente y en el futuro…. Por metadas, no pararán…