Ciudad de México.- Durante esta temporada se purifican y buscan la iluminación ciertos grupos cristianos, entre los que destacan católicos, anglicanos y buena parte de protestantes.

Mientras que la temporada más sagrada para los musulmanes es el Ramadán, entre los cristianos el periodo más sacro es el de la Cuaresma, misma que empieza con el Miércoles de Ceniza y termina en la Pascua, el día más importante de la religión cristiana.

Se celebra en ‘Miércoles’ porque es ese día de la semana cuando exactamente faltan 40 días para el Domingo de Resurrección. Pero la fecha en que cae este miércoles varía cada año porque el domingo se calcula con base en un calendario lunar y no con el calendario gregoriano que es el que usamos normalmente y que es un calendario solar.

La ceniza es importante este día porque las palmas del Domingo de Ramos son incineradas y se pone su ceniza en la frente de los fieles mientras se pronuncia la frase polvo eres y en polvo te convertirás. Se trata de un memento mori (un recordatorio de la muerte), que funciona para que los fieles estén conscientes de la fragilidad de su vida.

Se celebra cuarenta días antes del Domingo de Ramos, día en que comienza la Semana Santa. La ceniza, cuya imposición constituye el rito característico de esta celebración litúrgica, ​ se obtiene de la incineración de los ramos bendecidos en el Domingo de Ramos del año anterior.

Con el comienzo de la Cuaresma comienzan los días de ayuno y penitencia para que los cristianos piensen en su vida, su religión, se arrepientan y lleguen “purificados” al día más sagrado de su religión: La Pascua.

En el Siglo IV se fijó la duración de la Cuaresma en cuarenta días, ésta comenzaba seis semanas antes de la Pascua, en domingo, el llamado domingo de “cuadragésima”. Pero en los siglos VI-VII cobró gran importancia el ayuno como práctica cuaresmal, que surgió un inconveniente, que desde los orígenes de la liturgia cristiana nunca se ayunó en día domingo por ser “día de fiesta”, la celebración del día del Señor. Entonces, se movió el comienzo de la Cuaresma al miércoles previo al primer sábado del mes.

La celebración de este día puede iniciarse con una procesión penitencial desde el exterior del templo, desde una capilla vecina, o por lo menos una entrada procesional del sacerdote celebrante y los ministros sagrados.

Luego de la homilía, se procede a la bendición de la ceniza con una breve oración pronunciada por el sacerdote celebrante, quien asperja las vasijas que contienen la ceniza. Y en seguida, el sacerdote realiza la imposición de la ceniza sobre los fieles. El sacerdote deja caer la ceniza en su cabeza, o bien traza una cruz de ceniza en la frente de quien la recibe, según la costumbre.

Es costumbre (no obligatoria) dejar y no lavar la ceniza hasta que esta desaparezca por sí misma.

Este día, el papa Francisco deseó a los fieles que vivan este tiempo con auténtico espíritu penitencial y de conversión con los brazos abiertos.