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Violencia contra mujeres en gestación y parto

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Reportaje Especial

Una grave situación a la que no siempre se le da la atención debida es que en México alrededor de 25% de las mujeres embarazadas, en parto o puerperio, perciben que enfrentan violencia obstétrica. 

Son mujeres que sufren maltrato u omisiones al acudir a las instituciones de salud, según Angélica Ramírez y Leticia Hernández, académicas de la Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia de la UNAM.

La cantidad de víctimas podría ser mayor, pues no hay registro oficial sobre esta violencia y muchas conductas no son vistas por ellas como afectación a sus derechos humanos, debido a que piensan que “mientras menos se quejen, se les atenderá mejor en los hospitales”.

Las mujeres “son sometidas a muchas situaciones negativas al menospreciar sus sentimientos o despojarlas de elementos significativos en el trabajo de parto, como son las pulseras rojas o los moños, que les dan seguridad. Los profesionales los ven como algo que pudiera estorbar el procedimiento o ponerlo en riesgo”, señaló Hernández Rodríguez. 

Las agresiones ocurren cuando, en esos momentos, no les permiten acciones como caminar o estar acompañadas, o si se les aplican procedimientos innecesarios o incluso se les esteriliza sin su consentimiento.

La violencia ejercida por médicos, enfermeros y camilleros es frecuente cuando las mujeres no tuvieron control prenatal y llegan al parto sin información previa, por lo que se les responsabiliza de las complicaciones que pudieran presentar ellas y sus bebés. 

“Es una agresión a sus derechos humanos y las malas prácticas pueden provocar que lleguen a parir en el taxi o afuera de las instalaciones”, indicó Ramírez Elías.

La violencia obstétrica la sufren las mujeres de distintos grupos sociales, lo mismo en instituciones privadas que públicas. 

En 2000, según Leticia Hernández, del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) reportó 122 casos de violencia obstétrica, cifra que consideró mínima debido a que las mujeres no saben dónde reportar este maltrato y en muchas ocasiones temen denunciarlo para evitar que posteriormente se les niegue la atención. 

Para prevenir esas situaciones, detalló Angélica Ramírez, es necesario que en las escuelas de medicina y enfermería enseñen a los profesionales de la salud a actuar con ética y que las mujeres no sean vistas como “medios didácticos” que pueden “tocar y practicar”.

 

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